San Cirilo de Jerusalén Marzo 18

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

Etimológicamente significa "entregado al Señor, señorial". Viene de la lengua griega.

Este joven, lumbrera de su tiempo, nació en Jerusalén en el año 315 y murió en el 386. Como todo joven, en una ciudad culta, se entregó al estudio de las humanidades y de las ciencias. Pero hay momentos en los cuales toda persona decide la vocación en la que se siente más feliz. El, una vez que hubo terminado sus estudios, entró en el seminario. Al poco tiempo fue ordenado de sacerdote y más tarde le consagraron obispo.

La ciudad santa vivía momentos muy difíciles en lo doctrinal. La herejía de Arrio se había extendido como la pólvora. Esta herejía proviene del alejandrino Arrio. Año 336. Niega la divinidad de Jesucristo. El Hijo, afirma Arrio, fue creado por el Padre y, por tanto, no es igual al Padre. No es eterno y no posee naturaleza divina. Esta herejía fue condenada en el Concilio de Nicea en 325 y desapareció muchos años después. Entre los godos españoles y el Norte de Africa continuó durante varios siglos más.

Cirilo luchó fuertemente contra ella. Durante sus 36 años de obispo de Jerusalén, su gran preocupación fue acabar con este error teológico.

No rehuía el combate. Luchó abiertamente contra los arrianos. Por esta razón estuvo exiliado nada menos que 16 años.

Al morir el emperador Valerio, volvió a la ciudad. La encontró llena de vicios. En lugar de lamentos - que no llevan a ninguna parte -, puso manos a la obra para reconstruir material y espiritualmente su querida ciudad.

Como tenía una mente preclara y una voluntad inquebrantable, ideó una catequesis o educación en la fe que fueron modelos para la formación de los seglares. Hoy día las llamaríamos "catequesis catecumenales".

Estaban orientadas principalmente para las personas que se preparaban para recibir el bautismo la noche pascual.

La Iglesia, viendo sus méritos y su sabiduría, lo proclamó "doctor", título que ostentan pocos santos. En medio de tantas dificultades jamás perdió su felicidad.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

"No hay deber que descuidemos tanto como el de ser felices" (Stevenson R.)