San Bernardo, Agosto 20

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

                                   

          Etimológicamente significa “corazón de oro”. Viene de la lengua alemana.

Bernardo es una de las lumbreras más grandes que ha tenido la Iglesia en todo el mundo. Nació en 1090 en Fontaines –lez –Dijon. Desde  pequeño se sentía inclinado a la vida contemplativa, pero el Señor lo llamaba por otros derroteros.

Así recorrió Francia, Alemania e Italia cuando a sus 20 años se lanzó a predicar el Evangelio, animando a todos para enrolarse en la Cruzada (Vezclay, 1146). Era hijo del duque de Borgoña y de Aleth de Montbard, una profunda cristiana..

A los 23 años emprendió su recorrido con una treintena de chicos en busca de lo absoluto. Les guiaba el amor, fuerza capaz de cambiar el mundo. Este amor, unido enteramente a Jesús y a su Madre harán que pronto funde  en Claraval una abadía de la que fue su Superior.

Aunque le atraía la vida monástica, tal y como se concebía en su tiempo, él la vivió pero de otra forma. En lugar de estar enclaustrado, se dedicó a recorrer cuanto pudo para enseñar a todos la Buena Nueva.

Hay autores que le llaman “la conciencia de la Iglesia de su tiempo”. Tuvo la ocasión de ir varias veces a París. Hay en esta ciudad, junto a la basílica del Sagrado Corazón, una preciosa iglesia románica llamada de san Pedro de Montmartre. Iba a menudo a  la capilla de los Mártires y a la de san Aignan para pasar largos ratos de oración ante la imagen de la Virgen María, la misma que se encuentra en la actualidad en la bellísima catedral de Notre Dame.

Como joven dotado de una gran inteligencia, escribió libros de  gran interés para todos y mantuvo correspondencia con príncipes, monjes y jóvenes que le pedían consejo.

Bernardo fue un fundador infatigable. Por doquiera pasaba, fundaba monasterios y sembraba en todos  un entusiasmo indescriptible por la santidad y la vida espiritual.

Su reforma no le sentó bien a los monjes de Cluny, porque ésta había hecho una interpretación de la Regla de San Benito muy acomodaticia. Al morir, había fundado nada menos que 43 abadías cistercienses. Era el año 1153.

¡Felicidades quienes lleven este nombre!

“Cuando una persona inclina la cabeza ante Dios, Dios se la corona” (Claudia Meraz).