San Aarón Julio 1

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

          Etimológicamente significa “iluminado”. Viene de la lengua hebrea.

          Te encuentras en el año 1471 antes de Cristo. Moisés tuvo la inmensa dicha de que su hermano Aarón le acompañara a lo largo y  ancho del  difícil desierto camino de la Tierra de Promisión.

          Fue siempre su apoyo en los momentos cruciales, como por ejemplo, en el monte Horeb  o Sinaí en el que Dios entregó al pueblo las tablas de la Ley.

          Pertenecía a la tribu de Leví. Fue el abuelo que supo dar poco a poco a la Alianza sus propios ritos. A su muerte, lo enterraron en la cima del monte Hor. A pesar de sus deseos de entrar en la Tierra Prometida, no lo pudo ver, igual que le pasó a su hermano Moisés.

          Vino al mundo en los tiempos remotos en los cuales el  pueblo egipcio dominaba completamente a Israel. Al contrario que su hermano, que hablaba  mal, él poseía el don de la elocuencia.

          De hecho, en muchas ocasiones tuvo que hablar en nombre de su hermano al faraón egipcio. Y la idea central que perseguía era convencerle para que dejara en libertad al pueblo israelita.

          Pero, a pesar de  su labia, no consiguió que el mandatario supremo de Egipto le dejara marchar. Vistas todas las dificultades y pensando el modo de solucionarlas, los dos hermanos retaron al faraón. Si no los dejaba libres, entonces sobrevendría sobre todo Egipto una serie de plagas que lo llevaría a la ruina y a la muerte.

          Cuando el faraón vio que se cumplían sus predicciones venidas del cielo, Moisés y su hermano partieron hacia la Tierra Prometida en una huida no exenta de muchos obstáculos.

          Toda la peregrinación por el desierto estuvo plagada de aventuras y de desdichas a causa de la infidelidad de los judíos en su larga marcha. No se creían lo que decían Moisés y su hermano. La más grave fue el culto de la idolatría o culto a dioses falsos, sobre todo al “becerro de oro”. Dios perdonó a todos. Aarón fue nombrado sumo sacerdote para ofrecer sacrificios a Dios por los pecados del pueblo. Le sucedió en el cargo su hijo Eleazar. 

          ¡Felicidades a quienes lleven este nombre! 

“Las palabras, cera; las obras, acero” ( Luis de Góngora)