Saludo matinal

La sencillez es el principio y fin de toda virtud, decía Pío XII

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

¡Hola! Buenos días

Es difícil encontrarse en la vida con personas auténticamente senillas. Y esto se nota en el ambiente. La gente parece tender a aparentar más que a demostrar lo que es de verdad.
La gente con doblez, mentirosa...difícilmente pueda madurar y crecer en la virtud de la sencillez.
Observa a tu derredor. Verás que hay gente que se cree superior a ti y que se da más importancia que los demás. Habla detenidamente con esta clase de personas. Sacarás la conclusión de que no son muy virtuosas que digamos.
El hombre virtuoso rehuye de la propaganda fácil: no se vende en la vallas de publicidad ni en la prensa ni en la TV. La persona humilde vive en total equilibrio consigo misma porque la humildad tiende siempre al silencio, hacia el recato, hacia el trabajo oculto y hacia no darse importancia por nada.
La persona sencilla es transparente y clara. Pero, ¿qué ocurre? Que de ella no habla nadie y tampoco habla de sí misma. Y hoy sólo se habla de quien sale en la TV.
La gente sencilla habla bien de todos, hace el bien a todos y piensa bien de todos. Son personas que han comprendido la esencia misma del ser humano: ser abierto, claro y sincero con todos.

Las personas sencilla parecen pequeñas en apariencia pero enormemente grandes en la realidad. Pero ocurre que la grandeza de estas personas sencillas no se puede apreciar desde fuera. La persona madura y sensata es la que más aprecia a las sencillas. La virtud no se aprecia por la gente que no es virtuosa. Jesucristo recomienda esta virtud en el Evangelio. Seamos sencillos como los niños en los que no hay apariencia ni engaño. Si quieres caminar por los senderos de la virtud, comienza por ser una persona humilde.

Animo! Vive alegre