Perdono pero no olvido

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 



Hola Jesús,

La figura de Jesús me seduce en este relato evangélico. En él queda claro algo sumamente importante: la misericordia no es un sentimiento, sino algo mucho más importante: dar algo de sí mismo a la pobreza del corazón del hermano. 

Tienes amigos, que por cualquier circunstancia, sienten el abandono de todos. Sueles decir: ¡Es un miserable! ¡Mira que lo que ha hecho! ¡Fuera! Es imperdonable. ¡Fuera de nuestra pandilla!

Zaqueo, recaudador de impuestos de Hacienda, era mal visto por todos. Lo normal era criticarlo y apartarlo de cualquier relación con los otros.

Jesús, en lugar de quedarse en la queja normal, va a su encuentro con el arte de la ternura y la misericordia que lo perdonan todo.

¿Por qué no nos habituaremos a convertir la misericordia en perdón?. Tu gente acostumbra a decir: “perdono pero no olvido”. En el fondo, aunque externamente se vea que perdona, les quedan resentimientos que afloran en el mínimo detalle cuando les oyes hablar. Jesús fue inteligente. Dio muestras de su ternura en una ciudad, Cafarnaúm, ciudad fronteriza y cruce de culturas y caminos. Desde este lugar enseña que Zaqueo trabajaba cobrando impuestos para los romanos que dominaban el país.

Este cobrador de impuestos se había convertido en un ricachón. Hoy ocurre igual a muchos que se dedican a explotar a los otros sin ninguna aparente culpabilidad en su conciencia.

Para colmo y para irrisión de todos era pequeño de estatura. ”Corre entre la gente y se sube a un sicómoro, un árbol”. La gente lo ve, siente antipatía ante él y quiere excluirlo de todo lo que sea religioso legal.

Pero este ser humano, como tú o como yo, anhelaba ver a Jesús fuera como fuera. La gente se lo impedía física y moralmente. Enfrentado con la muchedumbre, que normalmente actúa de forma brutal e inconsciente, Jesús le saluda y se autoinvita a comer en su casa.

¡Menuda la reacción de la gente: ha ido a comer a casa de un pecador! No creían que para él hubiese salvación. No tiene derecho a cambiar de vida. No puede ver a Jesús. Nadie, posiblemente, lo ha valorado en lo que era su persona de verdad.

Jesús, ante él , tiene dos vertientes: se fija en él “levantado los ojos” y le habla... Mirar, a lo largo y ancho del Evangelio, significa “mirar en profundidad”, mirar con la intención de hacer el bien”, con la intención de ejercer la misericordia”. Mirar es no simplemente ver los detalles de la realidad sino querer transformarla desde la misericordia y la ternura. Cuando le habla a Zaqueo, éste cambia radicalmente de vida. Jesús toma conciencia de su sentido vital: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la buena nueva a los pobres”.

Nadie se había preocupado por humanizar a Zaqueo. El rechazo hacia su persona era total por el cargo que ostentaba. Tan sólo la mirada y las palabras de Jesús convirtieron a aquel hombre envidiado y odiado por todos. Le devolvieron su propia dignidad humana.

Ante la dulzura de Jesús, este recaudador de impuestos se convierte en su amigo. Se convirtió transformando en obras de misericordia el perdón que Dios le había concedido. “ Señor, daré cuatro veces más de cuanto he robado”. Esto no era lo establecido en la ley. Pero Zaqueo fue mucho más lejos de lo legal.

Jesús se siente feliz porque ha perdonado y dado nueva vida a Zaqueo. Es hijo de Abrahám. Ha liberado al que estaba perdido. Jesús ha ejercido con él su verdadero señorío, y el cobrador responde con una adhesión total al Señor.

No está mal que en este día pienses en tu calidad de relaciones con la gente. Conoces a muchos que tienen muchos apartados en el espacio de su corazón. A unos rechazan porque son pobres; a otros porque son antipáticos; a otros porque no encajan en tus moldes. Total, que, sin darte cuenta, eres un intransigente de marca mayor.

Gracias, Jesús, porque, al leer y meditar tu Evangelio con resonancias siempre actuales, he comprendido que necesito más perdón en mi alma. Estoy llamado como creyente a dar vida y transformar lo que esté a mi lado en algo positivo.

Con gran cariño, Alicia, 22 años