Gracias por la fe

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 



Hola, Jesús

Hoy quiero hablarte de la fe que me has dado de forma gratuita. La cultivo cada día como el mejor don que has hecho a mi vida. Ella me permite cada día experimentar la novedad que me aporta la influencia de tu muerte y resurrección en mi existencia. “Tú te defines como Dios de vivos y no de muertos”. La alegría de tu resurrección inunda todo mi ser. No estoy llamado a la muerte sino a la vida contigo y los que tengo a mi lado durante mi estancia en este mundo concreto que me ha tocado vivir en el tercer milenio de la fe por todo el universo. 

Pues bien, ante estos días que estoy pasando de vacaciones, me siento como rosa bañada por el rocío de la noche. No entiendo cómo puede haber gente joven monótona, aburrida y gris. Me acuerdo y vivo en cada instante tus palabras: “Dichosos los que crean en mí sin haberme visto”. Me siento dichosa por el regalo que me has hecho de tu fe. Ella me permite vivir a pleno pulmón en la playa , en la discoteca y dando paseos. La maldad radica en uno y no fuera de nosotros mismos. La gente me dice que de dónde me viene tanta alegría. Les respondo que de haberme entregado por entero a tu persona. Tú eres, Señor, el hálito, la fuerza que me lanza a tomar el rumbo de mi vida con la certeza de vivir en un mundo nuevo de horizontes sin fin.

Soy dichosa. Seguir tu Evangelio es la dicha más íntima que uno puede experimentar en sus días jóvenes y siempre. La vida no nos pregunta por la edad que tenemos, sino cómo la estamos viviendo de forma cualitativa.

La fe no la vivo a niveles de inteligencia simplemente. La llevo grabada en mi corazón. Tú lo sabes bien. Creo que hoy se debe vivir mucho más la vida desde el corazón que desde la fría inteligencia. Es el corazón quien acoge de buena gana tus palabras y las pone en práctica.

Jamás sufro “depres” profundas. Cuando me asaltan, como a cualquier ser humano de mi edad, pienso en tus palabras: ”Tú eres mi luz y mi salvación, ¿ a quién temeré”? O estas otras: “¡Dichosos los se refugian en ti”!

Ante algunos amigos y amigas me siento como una extraña. Me dicen que por qué voy a misa, por qué rezo, por qué dedico unas horas a ayudar a los enfermos terminales en el hospital sirviéndoles comidas , por qué no voy al “rollo” con mi amigo como hacen algunas de ellos y ellas.. Preguntas y más preguntas. Sólo saben hacer eso. Pocos me alientan a que siga mi fe con brío y entusiasmo. La mayoría estaría contento si hiciera lo que ellos hacen.

Pero la fe me da alas para volar sobre las del águila. Me encanta que mi fe tenga obstáculos. Estos me reafirman en seguirte de cerca. Hace falta valor- que me viene de ti- para estar todo el día de pie a tu lado y junto a mis amigos que no tienen esta dicha de la fe. Quiero darte las gracias por el regalo que me has hecho. De esta forma, Señor, me siento feliz en cada cosa que hago: en el estudio, en las relaciones con la gente y en mi plegaria continua contigo.

Quisiera que todos mis amigos y amigas emprendieran la senda dura y exigente de tu fe. Muchos creen que tú eres cosa de niños, monjas y curas. Ellos, que se dan de “agnostiquillos”, tienen cerradas las puertas a tu influencia rica y comprometida. Pero no les meto rollos. Tú entregas la fe a todos. Pero hay quien te acepta y quien te rechaza.

Gracias, Señor, por esta carta que te escribo en vacaciones disfrutando de tu criatura el mar. En cada ola que abraza y besa mi cuerpo, veo tu huella divina.

Con todo cariño,
Maribel , 17 años