Esta carta es de lamento

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB


¡Hola Jesús!

Buenas noches, Señor. Presiento que esta noche lo voy a pasar fatal. No aguanto la injusticia de los poderosos ni de los políticos arrogantes. Sus palabras se las lleva el viento como hojarasca en medio del resecado desierto.

Esta carta es de lamento. No aguanto a los hipócritas de turno que engañan a la gente con bellas palabras en la televisión y en la radio. Mira, Señor, tu tierra es un desafío y una competitividad por lograr los puestos de honor y el poder a toda costa. Ten en cuenta que tus palabras “no he venido a ser servido sino a servir” quedan para muchos sepultadas en el olvido.

La conciencia de la injusticia se ha difuminado para muchos hombres. Y siempre, claro está, como en tu tiempo, pagan los pobres y los oprimidos. Llega a tus oídos el clamor de esta gente torturada por el hambre en Sudán y en otros lugares de la tierra. “Tú escuchas el clamor del pobre y los gritos de los humildes”. Y, para que sigan luchando por sus derechos conculcados, tú les alientas con una de tus bienaventuranzas: “Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”.

Hoy, Señor , en este mundo hay dos grandes divisiones: la del Norte y la del Sur. La primera vive en la opulencia de las riquezas y del bienestar. Y la segunda vive maltratada y sumisa al poder fáctico de quien posee la “plata”.

Pero, Señor amado, cuesta mucho ver día tras día en los medios de comunicación social escenas horripilantes de gente que sufre. La mayoría de la gente ve estas noticias insensiblemente. Ya sabes que una noticia sigue a otra sin concatenación, sin lógica. Unos minutos del tema de Clinton con su becaria - asuntos de sexo - dan paso al minuto siguiente a otra noticia que no tiene nada que ver con la persona. Ya sabes que en los medios de hoy día llama la atención únicamente lo negativo, lo zafio y lo bodrio. Es la ley. Una persona que viva entregada a tu reino, no cuenta para los medios. La bondad y la ternura , la misericordia y el perdón, están muy lejos de sus puntos de mira.

Hoy hay salmistas por todo el mundo. No se cansan de predicar y de invocarte como el antiguo. ”No te olvides del pobre, Señor, el pobre se encomienda a ti”.

Pero, para los poderosos, esto no son más que palabras de consuelo. La explotación del indefenso es su ley suprema. En la entrada de tercer milenio de la fe en ti, sigue habiendo, como en tu tiempo, seres esclavos, prostitutas comandadas por organizaciones que se lucran con su explotación.

Y mira, Señor, tú lo sabes todo. La misma nueva tecnología, Internet, por ejemplo, aprovecha algunos de sus espacios para hacer propaganda y publicidad de pornografía infantil y adolescente. Ya ves. Se mata al inocente con tal de contentar las pasiones bajas de algunos o muchos despiadados. ¡Qué horror! D. Bosco estaba dispuesto a ir andando con la lengua en el suelo con tal de mantener la inocencia de sus chicos. Hoy, no. Matar lo bello del corazón transparente y limpio del niño a costa de viles pasiones humanas parece lo más natural. La vaciedad del hombre hay que llenarla con algo fuerte e inaudito.

El terror y el temor están de moda en tu mundo por culpa de unos malditos que se glorían haciendo el mal. Me revienta que tu precioso mundo esté todavía infectado por la injusticia. Y han pasado ya dos mil años desde que tú viniste a traer al mundo la paz y la concordia entre los hombres.

Las autoridades piden votos para las elecciones. Es la única oportunidad que tienen tus pobres. Son zarandeados con la propaganda más grosera y engañosa para que voten a tal o cual partido. Pero, a la postre, no existe el partido de los pobres, sino el de los ricos que se aprovechan de su voto para medrar. Los partidos y la política son medios para enriquecerse, salvo, Señor, algunas excepciones. El hemisferio Norte hace la guerra cuando peligra su economía fuerte. El hemisferio Sur no tiene otra solución que aguantar los improperios y la ingratitud de los soberbios y poderosos de este mundo.

Señor, perdona mi desahogo antes de irme al descanso. No podía aguantar todo el malhumor que llevo dentro. Es injusto que la mitad de los hombres vivan en situaciones pobreza radical y la otra mitad anclados en placeres y en un bienestar, que bien mirado, provienen de la explotación del pobre.

Gracias, Señor, por escuchar esta carta contra la injusticia. Tus palabras, en tu tiempo , fueron más duras todavía: ¡”Hipócritas, sepulcros blanqueados!” ¿Qué les dirías hoy a esta “chusma” de malvados y aprovechados? 


Te quiere tu amiga Inma, 19 años