Santa Maria Teresa Couderc Septiembre 25

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB      

  

          Etimológicamente significan :María = “princesa de las aguas” en  lengua siria, “espejo”, en lengua hebrea y Teresa significa “bella y ardiente como el sol del verano”, de la lengua griega.

          Cuando nació, en 1805, le pusieron sus padres el nombre de María Victoria. Ella se lo cambió cuando hizo sus votos religiosos. Era una familia pobre. A ella la conocía todo el contorno como “la pequeña campesina”.

          No había escuela en su pueblo. Menos mal que de vez en cuando pasaba por allá una institutriz itinerante dando cursos a los chicos y chicas de los campos.

          Otra vez llegaron los misioneros predicando la Palabra de Dios. Tuvo la suerte de encontrarse con el sacerdote Esteban Terme. Le dijo que se fuera con él a Aps y Louvec.

          A los 29 años la nombraron superiora de una pequeña comunidad que acogía a los peregrinos que llegaban a venerar a san Juan-Francisco-Regis.

          Más tarde aumentan estas comunidades a las que ella dicta las normas para vivir y estar bien orientadas en su labor apostólica. Sin embargo, al morir el gran promotor y amigo, el padre Esteban Terme, las comunidades pasaron por momentos difíciles en lo económico. Pero esta fundación del “Cenáculo” o “Congregación de las Hermanas del Retiro de  San Regis” necesitaba de alguien que  la dirigiera.

          Los padres jesuitas se  van encargar de esta noble misión. Pero pronto surgieron dificultades, ya que el padre jesuita directamente encargado de la fundación, quiso atribuírsela él mismo. Ella quedó fuera de órbita. Lo aceptó como venido del cielo.

          En 1852 una superiora nueva le dio nuevo vigor a la fundación. A María Teresa la enviaron a París, en donde se encargó de la catequesis. Con su ejemplo tuvo una inmensa influencia en todos los estratos de la sociedad.

          Ella murió en el año 1885  en olor de santidad. 

¡Felicidades a quienes lleven este nombre! 

“Ten cautela, hermana mía muy amada, en no dejarte abatir por la adversidad ni envanecer por la prosperidad” (Santa Clara).