Postal a los jóvenes

Valora los signos de esperanza

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB         

 

       Me imagino que te dará pena ver a algunos colegas de tu generación sin ilusiones, sin anhelos, dando tumbos a derecha y a izquierda, adelante y hacia atrás en esta sociedad en la que les ha tocado vivir. Son verdaderos pesimistas que se ahogan en un mar de frustraciones porque no ponen mucho de su parte para crear ideales que les impulsen a verlo todo de una forma diferente.

          ¿Crees que la esperanza cristiana no es un <<optimismo fatuo, dictado por la confianza ingenua en el que el futuro será necesariamente mejor que el pasado>>, sino <<una garantía, una anticipación de la realidad futura>>, que consistirá en la <<realización de un designio divino de amor para toda la humanidad y para cada uno de nosotros>>?

          Son palabras de Juan Pablo II, un anciano que podría dar pena verlo tan mal de salud, pero que, por el contrario, es un espejo vivo de la esperanza. Sus palabras no nacen de la fría inteligencia, sino que están contrastadas por su experiencia viva de cuanto ve, escucha y oye.

          Y, en contra de ciertos agoreros,  su mirada se proyecta a este siglo XXI llena de esperanza. El se fija en muchos campos en  los que se aprecia esta esperanza luminosa:  en el ámbito civil: <<los progresos realizados por la ciencia, la técnica y, sobre todo, por la medicina al servicio de la vida humana; el sentimiento más vivo de responsabilidad respecto al medio ambiente; los esfuerzos para restablecer la paz y la justicia allí donde han sido violadas; la voluntad de reconciliación y de solidaridad entre los diversos pueblos, en particular en las complejas relaciones entre el Norte rico y el Sur del mundo pobre... >>; en el mundo de la Iglesia, <<<una mayor atención a la voz del Espíritu a través de la aceptación de los carismas y la promoción del laicado; la inmensa entrega a la causa de la unidad de todos los cristianos; el espacio concedido al diálogo con todas las religiones y con la cultura contemporánea...>>.

          La esperanza de tus colegas es, a veces, falsa porque sólo miran la vida bajo la estructura del dinero, dejando aparte el punto clave de la dignidad de la persona. La esperanza no es ciega, ni utópica, ni quijotesca. Tiene en cuenta las dificultades del mundo actual, pero se fortalece, unida a Cristo, cuando hay que afrontar los baches que se presenten.

          A gente de tu generación y también de la adulta le falla la esperanza porque no tienen fe en Dios. Esta fe es una fuerza  serena que transforma a la persona y la lanza a transformar cuanto está a su derredor.

          Te invitaría a que pensaras y actuaras como persona de fe. Nunca serías un quejica de la vida, sino un alentador de vivas ilusiones vividas.