Postal a los jóvenes

Una vida joven con humor

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB    

                

No me explico que haya jóvenes inundados por el nubarrón negro de la tristeza; jóvenes que, con el rostro desencajado, han perdido el rumbo del humor y de la sana alegría. ¿No será porque tan sólo anhelan consumir lo primero que se les presenta y no tienen otras perspectivas que les alienten a vivir con optimismo?

          Tú - ¡ojalá que no! - deberías responder a esta pregunta con la sinceridad que te caracteriza.

          Posiblemente algunos de tus colegas estén tristes porque no saben ver la vida bajo el prisma del humor. Posiblemente también porque no se detienen un instante siquiera para analizar, enfocar, juzgarse a sí mismos  y equilibrar lo que ven sus ojos con ecuanimidad.

          ¿Cuándo posee un joven el don del humor? No te creas que es muy difícil. ¡Qué va!

          Ya verás.

          Cuando un joven vive anclado en el humor sano, no pasa de nada ni de nadie, pero tiene algo de especial: no le da vueltas al coco ante lo que dicen los medios de comunicación social o el grupo de amigos. Sabe relativizarlo todo. Se  queda con la parte bella, humorística y manda a la porra todo lo que sea negativo.

          El joven alegre es aquel que se detiene en el aspecto  simpático y ameno de cuanto oye y escucha o ve. No es ningún tonto u utópico. Lo que le ocurre es que tiene una alta concepción de su vida. Y ésta, como dice el mismo Evangelio, hay que vivirla siempre alegre.

          El joven con humor hace de su vida un regalo extraordinario a todo el mundo. ¿Y sabes por qué? Porque tiene unos ojos limpios para pensar bien de la gente, hablar bien de ella y le hace el bien con la gentileza de su simpatía y humor. No es ningún tonto. Me contaba un chico de Brasil, músico, que dedicaba cada semana 12 horas en los hospitales enseñando canciones a los niños enfermos con su guitarra, su voz y su sonrisa. Esa es la cuestión. Esa es la raíz de su felicidad, me contaba en un encuentro fortuito que tuve con él.

          El joven alegre es aquel que descubre la chispa y el ingenio que todos llevamos dentro. Lo despierta y,  al despertarlo, suscita en todo el mundo un gran bienestar de tipo interior, una relajación y unas ganas inmensas de vivir la alegría.

          Una sociedad que no vive alegre - como parte de la nuestra - es una sociedad abocada al peligro, a la enfermedad, a la depresión.

          El joven con humor es aquel que, siendo creyente, se pega horas y horas ante la palabra de Dios y ante el Sagrario. Cuando lo hace todo bajo la perspectiva de una fe alegre y viva en Dios,  no se echa para atrás nunca, aunque lo pase regular o mal.

          Decid a los jóvenes tristes: Dejad de serlo porque tenéis entre vuestras manos la mejor fortuna del universo: tu propia vida.