Postal a los jóvenes

Mi hija se droga

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

        

Mi hija Francine tiene 25 años. Es toxicómana. Nos dimos cuenta de que se drogaba cuando tenía 14 años. Al principio no comprendíamos bien lo que le ocurría. Cambiaba de carácter: se alejaba agresivamente pero no sabíamos el por qué. Descubrimos que fumaba haschinsch.

No extrañamos mucho. Acudimos a los métodos autoritarios y coercitivos. Incluso le dimos que si continuaba drogándose, se iría de casa. La situación se agravó cuando Francine tuvo un accidente de moto. La volcó un coche. Estuvo siete meses en el hospital y sufrió siete operaciones en la pierna.. Para “distraerla”, sus colegas le dieron a probar drogas duras como la heroína. Se hizo adictiva pronto.

ENCERRADOE EN NOSOTROS MISMO

¿Qué hacer cuando has visto que se droga? Hemos ido a ver al doctor. Nos ha hablado de grupos de padres. Es importante decir que el fenómeno de la droga nos encerró en nosotros mismos. Hace diez años que se hablaba de droga. Nos creíamos que era algo lejano. No decíamos nada ni a nuestro amigos, ni a la propia familia. Durante años, nadie nos ha dicho hay que hacer esto o aquello.

Cuando el doctor nos propuso entrar en el grupo de los padres. No nos sentíamos muy entusiasmados. Pero, a causa de muestra impotencia, decidimos vivir la experiencia. Fuimos todos los sábados al encuentro. Hemos ido lo que decían los otros. Nos dábamos cuenta de que ese era nuestro problema. Por eso contamos lo que le ocurría a Francine.

HEMOS CAMBIADO

Esta participación en el grupo nos ha ayudado mucho. Hemos roto con nuestro aislamiento. Era primordial hablar de nuestra hija y de lo que vivía. Evocábamos nuestras reacciones y nuestra actitud. La presencia del doctor y de los sicoterapeutas nos ha ayudado porque ellos planteaban siempre la misma pregunta: ¿Por qué habéis dicho o hecho eso?;¿qué os ha aportado?

Nos dimos cuenta que el mejor método no era rechazar a Francine. Cambiamos nuestra actitud y nuestra hija comenzó a evolucionar. 
Al principio nos sabíamos cómo comportarnos. Y cuando ella comenzaba a hablar de la casa, nos sentíamos reconfortados. La agresividad y la oposición permanente que mostraba hacia nosotros, eran difíciles de vivir.
Por otra parte, la droga ha provocado en ella una actitud de pasividad: ha interrumpido sus estudios, no quería hacer nada, no tenía ninguna perspectiva, ningún proyecto. Y como buenos padres, le decíamos: Eso no puede continuar, hay que aprender un oficio, hacer algo.

Estos consejos eran prematuros. En el grupo aprendimos que era necesaria mucha paciencia. Debíamos aguardar a que ella hiciera lo que pensara lo más recto.

ACEPTARLA TAL CUAL ES

Aceptamos que tomara la droga en casa. Es lo que pide y exige la justicia de esta sociedad. Nos sentíamos culpables. Sin embargo, veíamos que no había otra solución si se quiere que la hija salga de la droga. Ella era consciente de que no aprobábamos el empleo de la droga, pero también sabía que la aceptábamos.
Actuando de este modo, ella y nosotros comenzamos un camino de progreso. Es fundamental acoger a los jóvenes que se drogan, sin condición, tal y como son.
Desde este instante, la aceptamos. Ella comenzó a darse cuenta de que la familia la amaba tal y como era. Era una de sus demandas. La otra puede resumirse así: ¿Qué soy en relación con mi padre?
Durante largo tiempo, no nos dimos cuenta de esta demanda. Tomamos conciencia hace año y medio. Cogí una enfermedad grave y estuve dos meses en el hospital. Venía a verme. Se sentaba junto a mí y me repetía:”Estoy enferma”.

Era una forma de decirme que no era yo sólo el que estaba enfermo. Muchas veces, al volver a casa, se cortaba la venas. DE esta manera su padre debía ocuparse de ella y llevarla al hospital. Y me siía decir:”Soy tan importante para ti como mamá?
Para ella fue un descubrimiento el hecho de que su padre se preocupara de ella con una paciencia sin límites. Iba tomando conciencia de que su vida era muy importante para su padre.
A partir de este momento, las cosas se desbloquearon entre nosotros.

Se dio cuenta de que la droga lleva al abismo. Hoy se siente feliz en descubrir sus cuerpo. Le ha vuelto tomar gusto en vestirse con alegría. Este descubrimiento de su cuerpo es muy positivo. Pero andamos con mucho cuidado para que no vuelva al paraíso artificial. Nada hemos conseguido de forma absoluta.