Postal a los jóvenes

¿Matrimonio o unión libre?

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB



En el transcurso de un fin de semana de reflexión sobre el amor, chicos y chicas de varios centros, han mantenido un debate con los mayores.

El problema del matrimonio y de la unión libre ha sido el motivo del encuentro. Cada uno se ha expresado abiertamente, aunque no todos tenían la misma visión sobre el tema. Hubo momentos en los que el debate era vivo. Las razones y las situaciones parecían diversas.  

Intentar conjuntamente ver lo que ocurre, comprender las reacciones de alguien que vibra y siente las cosas de modo diferentes, descubrir otros puntos de vista, buscar las razones de tal o cual  comportamiento, los valores y los riesgos de elección personales, ¿no es un esfuerzo que merece la pena?  

No veo por qué el matrimonio con alguien a quien se ama  puede ser  embarazoso, una represión. Es más bien una  liberación y la fidelidad que se promete ayude a liberarse de todo lo que impediría amar al otro/a siempre mejor y  más intensamente.  

El problema es que no se quiere renunciar siempre a pequeñas infidelidades, concesiones en los gustos personales, etc; se detiene en el hecho de que se renuncia, y por tanto se aliena- como se dice ordinariamente- pero la verdad es que se trata como un corredor que deja aparte muchas cosas que le proporcionarían placer, pero le impedirían tener éxito en su carrera, consagrándose plenamente a ella.  

Me doy cuenta de que la aventura del matrimonio merece la pena entregarse a él  en todo tiempo y por completo.  

Creo que la unión libre es la peor de las dificultades. Tengo pocos años, puedo cambiar de opinión, pero me parece que si es para muchos un medio para rebelarse contra la sociedad, contra las presiones, también puede suceder con el rechazo de responsabilidades que comprometen verdaderamente a uno con relación a la otra o viceversa. Solamente se quiere la libertad de elegir.  

Contrariamente a ciertas amigas, no estoy de acuerdo con ellas en lo de la unión libre. Aunque parezca retrógrado, mi opinión es firme. Es lo que pienso cuando veo lo que ocurre a mi derredor. En la unión libre no hay ningún lazo que una realmente al hombre y a la mujer. Desde el momento  y hora en que no están motivados para vivir juntos, apenas la rutina hace presa en sus vidas, se dicen adiós.

Una de las grandes razones que dan muchos para vivir juntos sin estar casados, es para conocerse mejor. Pero,¿qué impide- antes de tomar la opción por el matrimonio-, buscar conocerse un poco mejor y sobre todo comprenderse? Es difícil llegar a conocer perfectamente a alguien a quien se ama. No es una verdadera razón para no casarse.  

Para otros, la opinión es de que el ciclo del matrimonio perpetuo, duradero e intocable se ha terminado ya. Vivir juntos de mutuo acuerdo es mucho mejor que vivir casados, protegidos y con papeles.  

No, no y no- dicen muchos jóvenes-, la unión libre no es ausencia de sentimientos como se juzga a veces. A nuestra edad, necesitamos afecto y ternura, de compartir lo mejor que poseemos.

El futuro no sabemos cómo se presentará. Lo que nos importa es vivir el amor. Lo que nos interesa es que seamos los dos sinceros en el papel que representamos. Viviremos el instante. Y si llega el día en que nos cansamos, nos diremos adiós y quedaremos como amigos. ¡Y basta!  

No queremos papeles, ni disposiciones. Nos gusta la aventura. Y mientras dure, no nos haremos problemas ninguno de los dos.  

Esta es la opinión que se respira en ciertos ambientes y que, desgraciadamente, su incidencia en la sociedad no está siendo una buena garantía de convivencia para las parejas sentimentales. Al menos por lo que se, se escucha y se oye.