Postal a los jóvenes

Marta, Marta, te preocupas por muchas cosas

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB         

 

                 Conoces muy bien la historia de estas dos hermanas que reciben la visita de Jesús de Nazaret. Marta estaba ensimismada en las  cosas que tenía  que hacer: arreglarse el cabello, limpiar los pocos muebles que tenía y adecentar la casa.

          María, por el contrario, se dedica enteramente a dialogar con el Señor, a hablar con él, a acogerlo como un amigo verdadero de la familia. Es la actitud más humana y más cristiana.

          Marta, enfadada porque no le ayudaba, va a quejarse al  Cristo. Y éste, mirándola fijamente, le dijo: Marta, tu hermana trabaja mejor que tú. Hace lo fundamental. Tú, en cambio, - en este caso - te has ido por lo superficial.

          Tú, amigo joven, estás abrumado muchas veces por preocupaciones intrascendentes. No te centras en lo principal. Vas a lo loco

          Se te ve por la calle arrastrando un pobre cuerpo, un corazón vendado que vive porque hay que vivir, pero no conoce la alegría y la paz.

          Cuando llega el día de a movida se exalta cuando unas copas de más irrigan su sangre. Pero es algo totalmente pasajero.

          Hay momentos en los que se te descorazonado, desalentado, desanimado porque la envidia de los otros te corroe. Quisieras ser el más guapo, el más chulo en medio de la pandilla de amigos.

          Tu corazón es inmenso y, sin embargo, lo tienes sofocado, apagado y desordenado. Si te analizas bien y con valentía, te darás cuenta de que muchas de esas preocupaciones son falsas.

          Llena tu alma y tu vida entera de preocupaciones que merezcan la pena. La clave está en que te aceptes a ti mismo y, desde esta aceptación consciente, te lances a vivir acogiendo a los otros y preocupándote por ellos. Así, no te sentirás atosigado y respirarás siempre un aire de felicidad que hasta ese momento no habías conocido por no conocerte mejor.

          Joven, por este camino vas derecho a la autenticidad de ti mismo. Comenzarás a notar que los demás te quieren, se acercan a ti, se confían a ti porque, en el fondo, te has librado de tus tontadas y chulerías para convertirte en alguien.

          Haz como María: dedica cada día unos minutos para leer la palabra de Dios, medítala en tu interior. Ella es impulsora de vida y de buenas ideas.

          Y termino con lo que le dijeron a un joven un día: << Pobre viejo, ¿cuándo comprenderás que Nada puedes soportar - ni a ti mismo siquiera - sin contar con Dios>>?

          Ojalá que estas palabras no te las dirija nunca nadie. Será buena señal. De ti depende.