Postal a los jóvenes

Lo fundamental es la comunión

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

         

          A quienes tengan la tentación de distinguir la verdad de la comunión conviene recordarles que el cristianismo no es ni un sistema, ni una ideología: el cristianismo es Alguien, es Cristo y, por consiguiente, una revelación con Cristo cuya persona misma es la Verdad.

          ¿No te conviene revisar la noción de verdad? Se piensa siempre en la verdad como un sistema, como una ideología. Ahora bien, las ideologías se enfrentan, las palabras se enfrentan: ésta no es una buena manera de ver la verdad cristiana. Se deben invertir las perspectivas: el diálogo tan sólo puede estar fundado sobre la realidad de la comunión, que no es algo separable de la verdad, sino que es la entrada en el corazón de la verdad, en el misterio del amor, en el misterio de Cristo y del Espíritu, en el misterio de la Trinidad.

          Es preciso decir a los cristiano, jóvenes y adultos, que si aceptan entrar en la comunión, ya viven lo más profundo de la fe cristiana. Lo mejor y lo esencial del cristianismo no consiste en una doctrina, sino en este encuentro, este amor, esta comunión. A partir de ahí, lo que puede parecer central con frecuencia se convierte en periférico, y lo que puede parecer periférico se convierte a menudo en central.

El dogma casi siempre ha sido formulado de una manera negativa o antinómica: jamás ha pretendido decir el misterio, sino preservar el encuentro del ser humano con Cristo. Entre los cristianos es muy importante descubrir y amar en el otro su manera de ir hacia Cristo, su manera de amar a Cristo. No hay razón alguna para no ponerse de acuerdo teológicamente. Nada puede ser bloqueado doctrinalmente. Se quiere ser doctrinal porque se tiene miedo. Estamos en un tiempo de exaltación de la identidad, en el que cada confesión intenta afirmarse en lo que tiene de específico y, cuando busca precisarlo, lo hace volviendo al pasado, esto es, se intenta pensar<<contra>>.

          Hay que combatir esto siendo al mismo tiempo fiel y abierto, sintiendo que sólo hay una Iglesia, una Iglesia que nosotros herimos, una Iglesia a la que rasgamos la túnica que es de una pieza. Lo teológico está inflado de pasiones, todo se juega en el ámbito de lo pasional y de lo afectivo.

          Es esencial que se desinflen las pasiones y que se descubra que lo fundamental es la comunión. Se tendrá que explicar, de una vez por todas, que la comunión no es algo sentimental, sino que es lo fundamental. Hace falta un ecumenismo puesto en práctica y no lleno de especulaciones.

          La Iglesia es indivisa. Ya es hora de que vayamos a la misma casa.