Postal a los jóvenes

¿Eres una fuente de riqueza?

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 



Nadie puede declarase propietario de la verdad de los otros y de las cosas.. La verdad no está en las manos de nadie. Cada uno va a la búsqueda de su propia verdad y de la de los demás. Los colores del arco iris son una armonía de tonos y colores. ¿Quién puede afirmar que existe un solo color verdadero y que los otros deberían convertirse en ese color?  Sería una estupidez, evidentemente.

 

Si el ser humano no posee la verdad en sí mismo, con cuanta mayor razón en los otros con los que convive cada día. Hay muchas moradas en la tierra de los hombres y ninguna de ellas es habitada por  “modelos reducidos”, tallados todos a la misma escala, moldeador por las mismas herramientas y vestidos todos de igual manera.

 

Todas estas diferencias nos llevan a soñar en disonancias muy desagradables. ¡Ah si todo el mundo pensara lo mismo! La necesidad de uniformidad es un sueño que te lanza a la búsqueda de la verdad. El rechazo de considerar al otro como diferente, ¿no sería el signo de un espíritu de dominio?

 

La aceptación libre de su diferencia, ¿no es por el contrario el reconocimiento de su propia existencia, de su búsqueda personal de la verdad? La diferencia puede ser, tanto para un individuo como para un grupo social, fuente de riqueza y de armonía.

 

El que aprende a tocar la guitarra descubre, al principio, las diversas tonalidades que no se armonizan muy bien en su dudoso aprendizaje. Progresivamente, a base de esfuerzo y trabajo paciente, estimulado por los amigos y ayudado por la competencia de un profesor, llega a crear conjuntos de armonías en las que alternan los bajos y los agudos.

 

Cada tonalidad permanece la misma pero concuerda con las otras para la creación de una armonía.

Y con el dedo hábil en la cuerda, los intercambios de sonidos se multiplican, dando cada uno  lo que es, sea suave como fuertemente según el tema de la canción que hay que tocar o el trozo de música que se debe interpretar.

 

¿Por qué los seres humanos no son capaces de lograr un  cierto éxito en la comunión mediante el mismo juego de sus diferencias?

 

Un cuento  indio dice así: “ Había una vez cuatro ciegos que se acercaron a un elefante y lo tocaron. El primer ciego que tocó la trompa del elefante, gritó de forma triunfal:  Ya sé a qué  se parece un elefante: se parece a una serpiente.

 

El segundo le palpó  una  pata y dijo: Pensé que nunca en la vida un elefante se parecería a un tronco de árbol.

 

El tercero fue deslizando sus manos por el cuerpo entero del elefante. Y dijo: ¿Estáis locos? Un elefante es como una gran pared o muro.

 

El cuarto le tocó la gran oreja y se echó a reír. Y dirigiéndose a los otros, les dijo:¿Qué contáis? Un  elefante se parece  a una hoja de platanero.

 

Estás llamado en tu vida personal a encontrar la verdad. Y una vez que la has hallado, te sentirás feliz contigo mismo y también – si eres generoso- en mostrarla y defenderla ante los demás que andan sin norte por la vida.

 

Puedes, sin mucho esfuerzo, convertirte en un gran maestro de la vida. Nadie puede caminar por el sendero de la existencia si no va amarrado a verdades que le fundamento su edificio personal.

 

Si ves a tu derredor gente despistada, no te quepa duda que, más o menos, se parecen a alguno de los cuatro ciegos del cuento indio.

 

Tú, haz la prueba y te darás cuenta de esta gran realidad que, para muchos de tus colegas, pasa desapercibida porque, en el fondo, tienen miedo a encontrarse con la verdad de saber quienes son ellos mismos.