Postal a los jóvenes

Ellas hablan de ellos

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 



Conoces a chicos que son muy machistas. Cuando estábamos en 3º de Eso era agradable, simpático y sonriente. Pero más tarde se ha convertido en un tipo incapaz de decir algo hermoso. Se ha dejado influenciar mucho por algunos compañeros.

Me gustan los chicos abiertos en todos los dominios de la vida. Hay que sentirlos auténticos. De muchos se desconfía porque son mezquinos con las chicas. Pasan de las finuras y de las delicadeza. Exageran su fuerza física y les gusta mostrarse insensibles.

Por eso, manteniendo mi dignidad de creyente y de ser humano educada, me doy cuenta de que hoy es complicado pasarlo bien con ellos, algunos al menos. Es nuestra edad una edad en la que tomamos conciencia de nuestro cuerpo, templo en el que habita el Espíritu Santo.

Algunos chicos miran sólo nuestras apariencias físicas. Pocas veces, en esta edad, se fijan en nuestros valores interiores y mucho menos en el fascinante mundo de la fe. Esta les aterroriza. Te llaman “beata” sino sigue o vas pronto al rollo. Se ponen muy chulos cuando van en grupo. Solos son distintos, quizás más tímidos que nosotras. Hablamos de los que tienen cierta dignidad humana aún no perdida.

A nosotras nos gusta que sea románticos, poetas, soñadores. Es muy agradable tener intercambios con ellos cuando se mantienen así. Y más todavía cuando comparten la misma fe en Jesús que nos une estrechamente en el combate contra la mediocridad.

Mi chico, dice Catherine, es un divertido, discutimos de todo, me respeta. Es clave para mí que sienta el respeto y sea exigente consigo mismo. Se ha dado cuenta de que no soy una muñeca. Conmigo ha adquirido el sentido de seguridad, seguridad que ha adquirido poco a poco mediante el don de mi ternura y de mi exigencia personal.

El mío, dice Natalia, adora la música, baila muy bien. No tiene problemas porque ama la vida. Por eso lo aprecio. Me cuenta que le gusta vivir más y más para conocer a cuanta más gente mejor. No cataloga a nadie, ni los etiqueta por la marca de ropa que lleven los demás. Es tan dulce que, incluso cuando toca los domingos en la misa mayor, todos se sienten felices con él.

Por eso, en comparación con otros chicos que he conocido, cuyas ideas son estereotipos frente a las chicas, éste es un ser singular entre tantos otros que deambulan por las calles y está en la búsqueda de todo aquello que le interese a la formación de su personalidad.

Frente a él hay legiones-¡una pena!- de jóvenes inmaduros. Son los que se hacen de nosotras una idea que no corresponde- ¡ni mucho menos!- a la que mostramos en el pub o en la disco.

Deberían ser un poco más inteligentes para comprendernos globalmente.

Odile afirma: “ Antes, no aguantaba con un chico más de dos meses: me aburría y rompía con él. He intentado hablar, tener amigos para divertirnos sana y bellamente. Por desgracia, no lo he encontrado todavía.

Sé de sobra que mi fe me exige coherencia en mi comportamiento. No veo por qué hay que salir con un chico que, aunque sea guapo, no te dice nada en otros aspectos de la vida: ideales, proyectos de vida, aceptación, sacrificio, trabajo, fidelidad, diálogo...

Ahora, desde hace días, estoy a gusto con uno. Es gentil, sensible, es lo contrario de otros “macarras” que vienen a una en plan rollo.
Con él puedo hablar, pasear, discutir, ir al cine.

Esta gente buena gente es que viene cuando menos lo esperas. Pero eso sí, a medida que pasan los días, suelo ser exigente en el trato, en la práctica alegre de mi fe. Si le va mi coherencia de vida, ¡encantado! Si no, pues nos separamos y ¡basta!

Nos gustan chicos que valgan por sus valores personales, no tipitos. De estos hay muchos, pero cuando los tratas- muchos de ellos- están tan vacíos que no merecen ni siquiera que les prestes atención.