Postal a los jóvenes

Discapacitado le escribe a su amigo

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Querido amigo: Gracias por haber venido a verme. En el momento de dejarme, me sorprendiste con una pregunta a la que no he sabido contestar:” En dónde encuentras la fuerza para no quejarte?”

Me ha sorprendido esta pregunta porque a veces me quejo; pero te confieso que lo hago solamente cuando no soy testigo...
No he sabido responderte porque no me gusta hablar de mí y desvelar mis secretos.

Para mí, el sufrimiento es esencialmente triste y estúpido. No tengo ningunas ganas de soportarlo: tengo ganas de combatirlo y de que desaparezca.
Cuando hace ya 15 años, la poliomielitis me atacó completamente (y Dios sabe que me he sentido mal física y moralmente), no me he resignado. Había que salir cuanto antes.

Encerrado en mi pulmón de acero, me he encontrado como un jovencito completamente desnudo en medio de la selva y frente a una bestia feroz. No se trataba de luchar con las manos vacías. Dado que no podría ser más fuerte que la fiera, me era preciso ser más maligno.

Tenía que alejarme del peligro. Y lo he conseguido gracias a las visitas maravillosa y los alientos que he recibido de los amigos.
Había que inventar un arma que pudiese atemorizara la fiera. Creo que la he encontrado: es la certeza de que todo está en la cabeza.

Me explico: No puedo escapar de mi situación. Desde hace 15 años y por el resto de mi vida, respiro con pena, no puedo salir de mi cama por mí mismo, no puedo mover los brazos,etc. Mi situación es inevitable.

Ahora bien, he descubierto que puedo, mediante la idea que me hago de mi problema, convertirlo no solamente en tolerable sino incluso en feliz..

Todo depende mi cabeza, de la idea que me haga de mi situación. Tan sólo me basta no pensar en algo que me sea inaccesible para que todo marche bien.

Me ha sorprendido mucho tu pregunta. Y te digo que no poseo ninguna fuerza particular. Se puede afirmar que mi fuerza es una especie de cobardía: no quiero sufrir; entonces, obro con astucia con el sufrimiento.
Mi fuerza es mi voluntad de no sufrir. ¿Por qué me voy a quejar de estar postrado en cama? ¿Se queja el pez de no poder salir del agua y no poder volar?

¿Se queja el pájaro de no nadar en las profundidades del mar?. Todo está en la cabeza.
Te darás cuenta que no he adivinado esta verdad yo solo. Es Job, es Jesús quienes me lo han enseñado. Job no quería resignarse sino luchar siempre; Jesús que no ha cesado de llamarme a la reflexión.

Te sentirás decepcionado, querido amigo, de mi falta de valor y por mi astucia, por las ojeras que voluntariamente me pongo ante los ojos; pero quizá así me amarás mejor porque, como todo el mundo- igual que tú-, tengo un objetivo prioritario: combatir mi sufrimiento.
Y hacerlo con todas mis amistades.

Solamente en la fe encuentro poder para reconstruir mi vida. Gracias por tu amistad. Eres distinto a tantos otros seres humanos que me miran con indiferencia o con lástima. Desde mi cama intento crear lazos d unión con los humanos y con Dios.
Nadie me puede arrebatar la alegría que siento en mi interior. No es fácil que lo comprendan muchos. Sí al menos, los lectores de Diócesis, empeñados en ser felices bajo la óptica de los divino. Gracias.