Postal a los jóvenes

Perder la vida, es ganarla

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

Jesús tiene claro que ante su mensaje, la sociedad injusta va a reaccionar de forma violenta. Lo sabe y no se lo oculta a los suyos. Jesús pone las condiciones para el seguimiento, para la construcción de la ciudad nueva: renunciar a toda ambición, a toda rivalidad y aceptar, como Él, la hostilidad de la sociedad injusta.

Cuando seguimos a Jesús, nuestro destino es el mismo que el de él. Nos jugamos la vida siendo los primeros en servir a los más pobres, los sufrientes, los excluidos.

Mc 8,34-9,1: El que pierda su vida por mí la salvará

En el pasaje anterior Jesús acaba de pedir a sus discípulos una profesión de fe, con lo que rompe la reserva y el secreto en el que vivía encerrado desde el comienzo de su ministerio.

Pedro declaró inmediatamente que el grupo de los discípulos le tenía por Mesías, e inmediatamente Jesús volvió a encerrarse en el silencio y la reserva, como si la respuesta de Pedro no lo dejara satisfecho. En efecto, Pedro todavía no ha comprendido en plenitud el verdadero mesianismo de Jesús; aún le falta mucho camino por recorrer.

Su conciencia no ha recorrido, ni mucho menos, el mismo camino que la de Jesús. Todavía está aferrada al sueño de un gran proyecto político, y se hace la idea de que los Doce no son tan sólo discípulos, sino colaboradores de un Rey-Mesías.

Por eso Pedro no tiene reparo en corregir a Jesús por sus manifestaciones pesimistas: cómo iba un Mesías a pasar por el sufrimiento (v.32); menos aun cuando ya había venido Elías antes que él a disponer todas las cosas para su triunfo. Jesús considera el razonamiento de Pedro como una nueva tentación diabólica que compromete su misión y debilita la energía necesaria para cumplir con ella, debido a interferencias de orden humano.