Postal a los jóvenes

Piden milagros para creer

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

Los fariseos piden a Jesús una señal espectacular, esperan a un Mesías con poder y no creen en Jesús, que lleva una vida sencilla y camina al lado de la gente. Jesús se conmueve interiormente y se entristece ante tanta incredulidad y dureza de corazón. A quien no quiere creer ninguna razón le vale. Por eso no habrá señal. Los pobres nos evangelizan con su pobreza y su esperanza en el Reino.

Abre tu corazón a las señales sencillas de cada día porque en ellas Dios te habla.

Mc 8,11-13: ¿Para qué pide una señal esta generación?

Después de la multiplicación de los panes, Jesús se embarca en el mar y entabla una viva discusión con los fariseos ciegos que piden una señal.
El hilo conductor de este episodio es, una vez más, la incredulidad de los interlocutores de Jesús. Por parte de los fariseos es ceguera. Marcos se mantiene, pues, fiel a su propósito inicial: poner de relieve la falta de auténtica acogida al mensaje de Jesús.

En aras de su propósito no repara en introducir algunas modificaciones en el relato. La discusión con los fariseos debió de girar probablemente en torno a la señal de Jonás (Mt. 16,1-4), signo de la Resurrección mediante la cual Jesús triunfará, a su vez, del mar de la muerte. Pero Marcos ha suprimido la alusión al signo de Jonás, porque todavía no siente la preocupación por subrayar los presentimientos de la pasión de Jesús, y sobre todo porque quiere atraer la atención de sus lectores tan sólo sobre la ceguera de los fariseos.

El segundo evangelista se limita, entonces, al análisis de las reacciones negativas de las diferentes capas de la población ante el mensaje de Jesús.
Ante la incredulidad de sus interlocutores, Jesús se retira dando por terminado el diálogo que no produce respuesta positiva alguna respecto a su persona. Porque el único signo válido es su propia persona.
¿Necesitamos nosotros de signos o señales milagrosas en qué apoyar nuestra fe? ¿Nos basta la persona misma de Jesús?