Postal a los jóvenes

Panes, saciados pero ¿fe?..

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

Jesús se conmueve al ver a la gente, que se ha echado al camino y va detrás de Él, necesitada de pan, verdad, cariño y dignidad. Sus palabras llenas de vida, de ternura, de consuelo han despertado el entusiasmo de las gentes. A todos/as les han entrado ganas de vivir, de seguir a ese hombre, que tiene un lenguaje nuevo. Muchos han venido de lejos, son paganos, no llevan nada en las manos, sólo esperanza en el corazón. Jesús trata a todos con cariño, con delicadeza, con una gran compasión. Su amor entrañable despierta en todos/as la solidaridad, el compartir, la fraternidad, la alegría.

Cada vez que abres tus manos para compartir se llena tu corazón de nombres y brilla en tus ojos la alegría.

Mc 8,1-10: La gente comió hasta quedar satisfecha

Señalemos de entrada que los dos relatos evangélicos de multiplicación utilizan en buena parte un vocabulario tomado de la liturgia de la época; por consiguiente, el lector no podía equivocarse respecto al significado de un milagro realizado en el “desierto” (v. 4), lo que muestra claramente que el pan venía a ser como el maná. Pero el autor no se detiene en los dos ritos de la Eucaristía (v. 6); recoge igualmente una serie de datos destinados a hacer de la Eucaristía el sacramento de la fe y de la misión.

La primera de las dimensiones aparece, por una parte, en el diálogo de Jesús con sus discípulos (vv.4-5), en el que resalta la falta de inteligencia de éstos últimos; y por otra parte, en el contexto de esta multiplicación, en la que todo concurre a explicar que no se puede participar de la Eucaristía sino tras haberse operado de los sentidos. La segunda característica de la Eucaristía es la de ser el sacramento de la misión.

Esta dimensión la encontramos en primer lugar en la mención de los restos sobrantes (v.8), que son la prueba de que los invitados previstos por Jesús no estaban todos presentes.