Postal a los jóvenes

Tener o Ser: Esa es la Cuestión

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

“Le echas una mirada, y ya no está. La riqueza ha echado alas como un águila y vuela por el cielo” (Proverbios 23,5).

El tener y el ser, que conjugas en la vida diaria, son los dos verbos más empleados en las lenguas. Sirven de auxiliar para todos los demás verbos. Reactivan tu existencia entregándola, a veces, a un combate bárbaro, huraño...en el campo de batalla de tucorazón.

El verbo tener ejerce una supremacía impresionante en la sociedad y en tu existencia. Como un “hechicero”, reina en millones de miembros de la secta más importante en el mundo pues fascina y esclaviza por su poder.

Sus adeptos vienen a ofrecerte una cantidad considerable de dinero en sus templos, lugares mágicos y propicios para los juegos de azar, máquinas para engancharte en la ludopatía,, loterías y otras promesas de ganancia...Juegan su fortuna en la Bolsa para aumentar su capital.

O bien se hacen esclavos del ídolo del trabajo: queriendo poseer, sacrifican en su altar la salud, la vida de familia, e incluso su alma. O todavía más: están listos para robar, asesinar o morir por este dios al que veneran...

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Pero en el Evangelio, Jesús, que se presenta como el “Yo soy” (Juan 8,58), enseña la fuerza del verbo ser. El que no tenía “ un lugar en donde reclinar su cabeza” no se siente impresionado por lo que se puede poseer. Declara que la vida de un hombre no depende de sus bienes, ni de su abundancia (Lucas 12,15).

Entonces, haz del verbo ser tu riqueza. ¡Qué importa si, por el momento, tienes una ropa pasada si eres un hombre nuevo y puro en tu interior!

Lo que cuenta, es lo que “eres” a sus propios ojos, y lo que has llegado a ser cuando has ido a Jesús: una criatura nueva, transformada por su amor (2 Corintios 5,17).

Una oración para hoy: Dios mío, me has bendecido con toda clase de bendiciones, pero quiere unirme sólo a las que tienen una dimensión trascendente. Sé que no me llevaré nada de lo que poseo aquí abajo. Ante todo deseo “ser”. “Ser” verdadero, ser a imagen y semejanza de tu Hijo, el corazón que obedece y que ama. Amén.