Postal a los jóvenes

Mi madre y mis hermanos;¿quiénes son?

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

Si Lo que dice Jesús, lo que hace, las personas con las que se junta, su forma de habar de Dios y de la familia, y tantas cosas le acarrean hostilidad. Como Jesús muchos hombres y mujeres son perseguidos por mil sinrazones. Independiente de la raza o del pueblo que sean, de la religión que practiquen, Jesús a todos se acerca para llamarlos hermano y hermana, madre.
Jesús camina con ellos, como un hermano entrañable. La alegría del Espíritu pone música a su caminar difícil.

Mc 3,31-35: “¿Quién es mi madre y mis hermanos?”

Jesús está también en la mira de sus familiares, que probablemente contemplan maravillados todo lo que realiza. En este pasaje Jesús pone en evidencia su relación con su familia y con todos sus seguidores. Sus familiares habían manifestado ya sobre él su parecer, pero aún no habían recibido de sus labios alguna respuesta. La reciben ahora, ante la visita, quizás con propósito distinto, de su madre y sus más allegados.

Las palabras de Jesús no manifiestan frialdad de sentimientos o desprecio de los vínculos familiares, tan estrechos en Palestina. Revelan más bien las exigencias que lleva consigo la llamada, a través de la cual se va constituyendo la nueva y verdadera familia de Jesús. Se trata, en consecuencia, de una exhortación a los allí sentados y, a través de ellos, a la comunidad cristiana de todos los tiempos. La escucha atenta de su Palabra y el cumplimiento de la voluntad de Dios serán los rasgos que caractericen siempre al auténtico discípulo.


El pedido que hace Jesús es a escuchar su Palabra. Esto nos remite a las palabras de los profetas que invitaban al pueblo a escuchar la Palabra de Yavé con el “shemá Israel”, es decir, “escucha, Israel”. Es ahora Jesús, el Mesías enviado de Dios, quien crea a través de su Palabra el nuevo pueblo de Dios. La invitación es a que escuchemos esa voz que nos habla en los acontecimientos de la vida diaria con familiares, amigos, vecinos…; en definitiva, en toda nuestra vida.