Postal a los jóvenes

Generosidad de la anciana

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

Dios es el que lo da todo. Más aún, se nos da él mismo. Una pobre viuda que da lo que tenía para vivir es su mejor icono. Si das algo a los pobres, mírales a la cara y dales tu saludo y cariño.

Tantos pequeños milagros, tantas hermosas parábolas, escondidos en las casas y en las calles, ¡qué bien hablan de ti, Dios Trinidad! Gracias por todo.

Mc 12,38-44: “Esa viuda ha dado cuanto tenía para vivir”

Marcos contrapone en forma magistral la actitud de los escribas que exhiben su poder, y la actitud de una anciana que da al Templo todo lo que tiene para vivir. A los primeros sólo les interesa practicar una religión basada en el bolsillo que no les exige esfuerzo ni negación alguna. La segunda es pobre de solemnidad.

De partida, es mujer; por lo tanto, debe estar sometida a los varones. Es probable que sea anciana, lo que la margina aun más. Lo que sí nos dice el evangelio es que es viuda y pobre; es decir, excluida absolutamente del sistema de pureza legal. No tiene seguridad alguna para vivir. También el texto señala un contraste diametral entre lo que echaban los ricos en la alcancía del Templo, y las monedas de muy poca valía que echó esa pobre mujer.

Los unos buscaban sus propios intereses: lucirse como generosos y devotos. La mujer da de corazón todo lo que tiene. Podríamos decir que lo ha entregado todo para ganar la vida plena. ¿Qué actualidad adquiere este texto para nuestro mundo? Los pobres siguen dando con ordinaria frecuencia hasta lo que no tienen. Los ricos suelen dar de lo que les sobra. Pocos alcanzan a percibir la grandeza que encierra la pequeñez de la ofrenda de los pobres.

Los ricos se buscan muchas veces sólo a sí mismos; a sus propias glorias y honores. ¿Será por eso que “a los pobres de corazón les pertenece el reino de los cielos” (Mt 5,3), y que “es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja antes que un rico se salve?” (Mt 19,23-24).