Postal a los jóvenes

“No es Dios de muertos, sino de vivos”

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

Dios es amigo de la vida; cuida la vida, la levanta, la acompaña hasta la plenitud. No deja que perezcan los que Él ama. Cuida hoy tu vida. Cuida la vida de los que tienes cerca. Es una forma de alabar y de bendecir al Dios de la vida.

Encamina mis pasos hacia la vida. Dame tu vida. Dame la vida. Mi Dios, pon mi corazón junto a tu fuente.

Mc 12,18-27: “No es Dios de muertos, sino de vivos”

Continúa la controversia entre Jesús y quienes buscan desacreditarlo para condenarlo. Ahora la pregunta va a la resurrección de los muertos. La plantean aristócratas saduceos, que no creen en la resurrección. Por supuesto, el objetivo es hacer caer a Jesús en la trampa.

Le ponen un ejemplo de la vida matrimonial relacionado con la llamada “ley del Levirato” (de “levar”: hermano del marido), el que llevan hasta un nivel ridículo. La respuesta de Jesús es que la mujer del caso no pertenece a nadie. Porque con la resurrección de los muertos las condiciones de la vida anterior cambian sustancialmente. La resurrección abre la puerta a una dimensión diferente de la nuestra.

Por la resurrección se entra a participar de la vida de Dios en una comunión que supera toda relación humana. Jesús argumenta sobre la resurrección apelando a la identidad misma de Dios: él no es un dios muerto o de muertos, sino vivo y de vivos; es el Dios de la vida. Cuando pretendemos acudir a tradiciones religiosas y llegamos hasta a ocultar el verdadero rostro de Dios, estamos desconociendo su misma identidad. Es que confesar al Dios vivo, Señor de la vida, es comprometerse a cuidar y defender la vida en todas sus formas como don suyo.