Postal a los jóvenes

“Quien reciba al que yo envíe, me recibe a mí”

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

Al amor gratuito de Jesús al lavar los pies, algunos responden con la entrega incondicional de sus vidas al servicio del Evangelio. Esos son los enviados de Jesús Trata con cariño y agradecimiento a las personas de tu comunidad cristiana que tienen una tarea especial al servicio de todos.

Recibo al vecino, y te recibo a Ti. Recibo a la familia, y te recibo a Ti. Recibo al que camina por la calle, y te recibo a Ti. Detengo mi mirada en el pobre, y te veo a Ti.

Jn 13,16-20: “Quien reciba al que yo envíe, me recibe a mí”

Este pasaje se sitúa en el contexto del lavatorio de los pies, en la víspera del sacrificio supremo del Señor. Es indudable que este gesto, recogido sólo por el evangelio de Juan, tiene un profundo significado en el contexto de la pasión, muerte y resurrección del Salvador.

El servicio generoso a los hermanos no hace superior al que lo otorga. Tampoco quien realiza la misión encomendada es superior a quien le ha encomendado la tarea. Jesús quiere dejar en claro que su entrega por amor a todos los suyos es la máxima expresión del servicio salvador. Es indudable que no se puede separar la pasión de Jesús de su ministerio.

Es más, la pasión es el acto culminante de su misión. Por eso les dice a sus más cercanos que no se escandalicen; porque la consecuencia normal es que, si la misión ha sido realizada a cabalidad, la pasión y muerte sean la ratificación de la legitimidad de esa misión. La Resurrección, por su parte, como lo hemos meditado durante todo este tiempo pascual, es la respuesta afirmativa del Padre a la misión de Jesús.

Ahora es el momento de los discípulos: así como quien recibe al Hijo recibe al Padre, a su vez quien recibe a sus enviados, recibe al Hijo. ¡Profunda comunión entre Padre, Hijo y discípulos! ¡Y aliento tremendamente consolador para nuestra misión evangelizadora!