Postal a los jóvenes

“El Padre y yo somos uno”

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

Jesús vive una experiencia fuerte de enfrentamiento con las autoridades judías. No hay manera de entenderse. Cada uno aporta sus razones. Jesús apela entonces a las obras, que hablan más claramente que las palabras. No juegues a vivir, ¡vive! Métete en el corazón de la vida. Actúa con gratuidad; las personas valen mucho más que las cosas.

Te alabo y te bendigo, Jesús. Tú estás a favor del ser humano, aunque eso te acarree persecución. Que tu vida atraiga a muchos a seguirte.

Jn 10,22-30: “El Padre y yo somos uno”

Jesús participa en la fiesta de la dedicación o purificación del Templo. Sus interlocutores son nuevamente las autoridades judías. El tema de conversación se centra en la pregunta de éstos por la legitimidad mesiánica de Jesús, quien les responde en forma categórica: las obras que realiza dan testimonio de él porque las hace en nombre del Padre. Pero sus oyentes se resisten a creer y aceptarlo como el Hijo enviado del Padre. Nuevamente utiliza la comparación con las ovejas.
Los dirigentes judíos, al no creer, no pertenecen al grupo de Jesús; mientras quienes han creído conocen la voz (Palabra) del verdadero pastor y le siguen. Nuevamente Jesús subraya la intima comunión con el Padre como garantía suprema de la autenticidad de su misión.

Qué difícil es para quien se cree seguro en sus convicciones aceptar la novedad del Evangelio. Los ojos se enceguecen, los oídos ensordecen y los pies se paralizan aferrados a tradiciones que impiden reconocer en Jesús al enviado de Dios. La invitación del Señor es a abrirnos a la novedad del reino y dejarnos arrebatar por él. ¿Estás dispuesto/a a dejarte seducir por Jesús y su mensaje, con todas sus novedosas consecuencias?.