Postal a los jóvenes

La gratuidad en los límites

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

LUNES SANTO: LA GRATUIDAD EN LOS LÍMITES

Nos acercamos a la Hora de la Salvación. “Seis días antes de la Pascua”, Jesús va a Betania, la casa de la vida y de la amistad. Una mujer, sensible y valiente, desea aliviar el dolor de Jesús y lo unge con ternura, anticipa su Pascua. En los límites del ser humano, cuando éste es solo un despojo, viene a su encuentro la sorprendente gratuidad. Una mujer, con los ojos del corazón limpios para la ternura, atenta a los signos que hay a su alrededor, se adelante y besa. El gesto de María de Betania abre caminos para aliviar la fragilidad de la humanidad doliente.

“María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume” (Jn 12, 3)

Esta mujer del Evangelio de Juan “presiente” la “entrega” de Jesús y responde, derrochando sin cálculo, amor de compasión, de lágrimas y perfume. El perfume, guardado para un momento especial, lo derrama en esta “Hora” cargada de amor silencioso y entregado. Todos quedan envueltos en este aroma de belleza incalculable, sorprendidos por un gesto de cariño que les desconcierta y extraña.

“Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor” (Salmo 26,13-14).

Compromiso: regala tiempo, siembra sonrisas en tu ambiente, derrocha amor a tu alrededor.

Oración: Llena mi vasija con tu perfume, Señor, para que yo lo pueda derramar por los caminos.

Debajo de la semana santa que celebramos no dejan de estar, allá, lejos, bien al fondo de sus raíces ancestrales, las fiestas que los indígenas originarios ya celebraban sobre la base cierta del equinoccio astronómico. Se trata de una fiesta que ha evolucionado muy creativamente al ser heredada de un pueblo a otro, de una a otra cultura, y de una religión a otra. Una fiesta que fue heredada y recreada también por los nómadas israelitas como la fiesta del cordero pascual, y después transformada por los israelitas sedentarios como la fiesta de los panes ácimos, en recuerdo y como re-actualización de la Pascua, piedra angular de la identidad israelita... (Cfr MAERTENS, Fiesta en honor de Yavé). Fiesta que los cristianos luego cristianizaron como la fiesta de la Resurrección de Cristo, y que sólo más tarde, con el devenir de los siglos, en la oscura Edad Media, quedó absolutamente dominada bajo la interpretación jurídica de la redención, por obra del genial san Anselmo de Canterbury..

¿Por qué quedarse, pues, prendidos de una interpretación medieval, cautivos de una teología y una interpretación que no es nuestra, que ya no nos dice nada, y que podríamos abandonar porque ya cumplió su papel? ¿Por qué no sentirse parte de esta procesión tan humana y tan festiva de interpretaciones y hermenéuticas, de mitos y «grandes relatos», y aportar nosotros también a esta trabajada historia nuestra propia parte, lo que nos corresponde hoy, con creatividad? No podemos dejar de pensar que «Otra semana santa es posible»...

No vamos a desarrollar aquí, ahora, una nueva interpretación de estas fiestas. Bástenos por hoy cumplir esta pretensión doble: aliviar a los que tal vez se sentían culpables por no sintonizar con un lenguaje religioso periclitado, por una parte, y, por otra, de invitar a todos a la creatividad, libre, consciente, responsable y gozosa.