Postal a los jóvenes

Dios es manantial de vida

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

Era un inválido y no sabía ni hablar. Con el paso de los años le había invadido una dañina tristeza y un hondo pesimismo. No tenía palabra. Muy cerquita de donde él estaba, se celebraba un culto muy pomposo, aunque muy alejado de los enfermos.
Y pasó Jesús junto a él. Su cariño le infundió ánimo. Su apoyo le ayudó a ponerse de pie. Su confianza le invitó a tirar lejos las muletas. Y el inválido se hizo misionero y habló, dando un testimonio limpio de Jesús. Revive tú, ahora, esta misma experiencia.

Ayúdame a estrenar la vida con la mirada puesta en ti, con el corazón lleno de tus sentimientos.

Jn 5,1-3.5-16: “Al momento quedó sano”

La simbología del agua relaciona las lecturas de hoy. La visión de Ezequiel, de una corriente de agua que llena de vida incluso donde pareciera imposible, muestra cómo la bondad de Dios hacia la humanidad se manifiesta con vida abundante para todos, en comunión perfecta con la creación. El evangelio muestra la exclusión a la que estaban sometidos todos los enfermos por una supuesta consecuencia del pecado propio o de sus padres.

Su única alternativa era participar de unos ritos de purificación que tenían lugar en las afueras de la ciudad. Allí el agua juega un papel importante como vehículo de la sanación y del obrar de Dios.
Hoy es vital revisar cómo estamos asumiendo y comunicando la acción de Dios en nuestras vidas. No podemos vivir sujetos a acciones externas que no comprometan todo nuestro ser. La Palabra de Dios nos llama a ser más conscientes del compromiso que implica sentir y hacer la voluntad de Dios.
Pongamos en sus manos todas nuestras necesidades familiares y de la comunidad eclesial, con el fin de que nos dé la sensibilidad necesaria para saber captar su accionar en el mundo y comprometernos con su proyecto.