Postal a los jóvenes

Cansados y agobiados, venid

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

“Te colma de gracia y de ternura” (Sal 102, 4)

¿Cómo saber si vas por buen camino? No es de extrañar que te surjan dudas en el camino. La vida te lo irá diciendo, te lo irán diciendo las obras que encuentras en ti como un regalo. Dios no quiere que estén ocultas sus obras. Por eso, te colma de gracia y de ternura, te enseña a respirar y a vivir en libertad, te regala un camino en comunión. Su presencia en ti te hace más humano, más humana, con más sencillez y verdad entre las manos, testigo, junto a otros, del Dios de la ternura. Dios te hace oír la fe, el amor y la esperanza. Teje en tu corazón un vestido teologal. Dios se te mete en las memorias hondas de tu vida. La gracia y la ternura son un brote frágil. Si intentas vivir al margen de tu Dios, todo se te puede perder en un momento. El Dios de la ternura te enseña el lenguaje de la ternura, y cuando sales a la vida de cada día y te encuentras con las personas ya no quieres dominar ni ser más que los otros, sino que quieres ser sencillamente un pobre que ama a sus hermanos. Este es el milagro de la gracia.

Mt 11,28-30: Vengan a mí todos los que están cansados

1) En este pasaje del evangelio de Mateo los “cansados y agobiados” son los mismos pequeños e ignorantes a los que alude en los versículos precedentes (Mt 11,25-27): aquéllos a quienes el Padre ha privilegiado mostrándoles sus secretos, en vez de confiarlos a los sabios y entendidos. El peso o el yugo designa con frecuencia en el judaísmo el cumplimiento de la Ley (Eclo 51,26; Jr 5,5; Ga 5,1). Los escribas lo habían sobrecargado con un número incalculable de prescripciones que los simples y los pequeños se esforzaban por observar, sin tener la capacidad suficiente para distinguir lo necesario de lo accidental (Mt 23,4). Los que Jesús ha acogido no son tanto los afligidos como los simples e ignorantes, esclavos de las prescripciones del legalismo judío. Jesús, que guardaba sus distancias frente al intelectualismo, hace otro tanto frente al legalismo. Llama a los que están cansados y agobiados, pero no para darles descanso, sino para proponerles que carguen con un yugo diferente.

2) El evangelio se vale de este recurso para señalar que cada persona debe asumir en la vida una carga, un peso, un yugo, una preocupación. Puede ser el de las ambiciones personales, el de los problemas económicos de cada día, el de la violencia que nos rodea… Para llevar el yugo que Jesús nos propone, el de la solidaridad y la fraternidad universal, debemos prepararnos. No basta la buena voluntad; es necesario aprender dos cualidades: la humildad y la mansedumbre. Jesús impone un yugo fácil de llevar porque él también ha formado parte de la comunidad de los pobres anunciada por los profetas, y porque reúne a los mansos y humildes de corazón. El Liberador que esperamos en Navidad es un pobre, y lo es de corazón, porque ha adoptado libre y voluntariamente esta condición; desde nacer en un establo.