Postal a los jóvenes

Casa edificada sobre roca

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

¿Sientes el deseo de entrar en el Reino? ¿Quieres nacer de nuevo? Los fracasos, los sinsentidos de la vida, la desgana profunda no tienen la última palabra. Son señales que te indican que tu vida necesita beber en otra fuente de aguas más limpias. Las dificultades que encuentras no se solucionan culpabilizando a los demás. Esto, más bien, esteriliza tu vida. Ni culpabilizándote a ti. Las pruebas dejan al descubierto lo que llevas en el corazón; son cosillas en las que puedes descubrir si de verdad eres libre. Cambia los lamentos por la ofrenda. Abre en tu vida un espacio para Dios, para que pueda ser Dios en ti. Un amor te espera, no lo olvides. Si puedes, dile a Dios: “Hágase tu voluntad”. Díselo muchas veces, hasta que lo vaya diciendo tu corazón. Y quédate así, a la espera.

Mt 7,21.24-27: La casa edificada sobre roca, resiste


1) El verdadero discípulo es aquél que cumple la voluntad de su maestro. Cristo nos guía para hacer la voluntad del Padre, y nos deja muy en claro que no nos podemos engañar: no basta decir “¡Señor, Señor …!”; lo que verdaderamente hay que hacer es ponerse de pie y actuar de acuerdo a lo que le hemos escuchado o leído en cada evangelio, ¡porque ésa es la voluntad del Padre!

2) ¿Qué tenemos “que hacer”? Pensemos cuán maravilloso es su mensaje, cuánto más hermoso cumplirlo, y cuán grande será la recompensa: el reino.
La invitación de hoy es a ponerse de pie y edificar sobre la roca del Señor, pues el que no edifica no tiene donde cobijarse. Si es necio construir en la arena, peor será no construir. Ese Dios-Fortaleza es el fundamento sobre el que nos toca construir; la vida de oración y la vida de acción son absolutamente necesarias para todos y cada uno de nosotros. Sin Dios, sin Cristo, nada podemos hacer. Cristo nos viene a enseñar a construir el edificio de nuestra vida de santidad; escuchémoslo en cada lectura bíblica, en cada uno de nuestros hermanos y hermanas.
Sería bueno que nos preguntáramos: ¿sobre qué bases estamos construyendo nuestras sociedades? Que no nos baste con decir “¡Señor, Señor…!”

Acércate a los demás como una bendición, como una humilde presencia, que no se impone sino que se pone en medio, como una casa con luz, por si puede servir de ayuda a alguien.