Postal a los jóvenes

Transmitir el Espíritu

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

Reyes 2,1-15: Transmitir el Espíritu

Cuando el Señor se disponía a arrebatar a Elías en un torbellino al cielo, Elías y Eliseo salieron de Guilgal. Elías dijo a Eliseo: Quédate aquí, yo tengo que ir a Betel por orden del Señor. Eliseo le dijo: ¡Por el Señor y por tu vida, que no te dejaré!

Bajaron a Betel, y el grupo de los profetas que vivía en Betel salió al encuentro de Eliseo. Le preguntaron: ¿Sabes que el Señor va a arrebatarte hoy a tu maestro? Eliseo les contestó: Claro que lo sé; ¡no digáis nada!

Elias dijo a Eliseo: Quédate aquí, porque tengo que ir por orden del Señor hasta Jericó. Eliseo le respondió: ¡Por el Señor y por tu vida, que no te dejaré! Llegaron a Jericó.

El grupo de los profetas que vivía en Jericó se acercó a Eliseo. Le preguntaron: ¿Sabes que el Señor va a arrebatarte hoy a tu maestro? Eliseo les dijo: Claro que lo sé; ¡no digáis nada!

Elías dijo de nuevo a Eliseo: Quédate aquí, yo tengo que ir por orden del Señor hasta el Jordán. Eliseo de nuevo le dijo: ¡Por el Señor y por tu vida, que no te dejaré! Y se fueron los dos. Cincuenta hombres del grupo de los profetas vinieron y se detuvieron enfrente, a cierta distancia, mientras Elías y Eliseo se detuvieron a la orilla del Jordán. Elías se quitó el manto y, doblándolo, golpeó con él las aguas; éstas se dividieron, y los dos cruzaron por tierra seca.

Cuando pasaron a la otra orilla, Elías dijo a Eliseo: Pídeme lo que quieras antes de que sea arrebatado de tu presencia: Dame como herencia dos tercios de tu espíritu. Elías le contestó: ¡Pides mucho! Si me ves cuando sea arrebatado, te será concedido; si no me ves, no se te concederá.

Mientras iban caminando y hablando, un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre los dos, y Elías fue arrebatado en un torbellino hacia el cielo. Eliseo lo seguía con la vista y gritaba: ¡Padre mío, padre mío, carro y caballería de Israel! Cuando dejó de verlo, se quitó sus vestiduras y las partió en dos. Recogió el manto de Elías, que se le había caído, y regresó a la orilla del Jordán. Tomó el manto de Elías y golpeó con él las aguas, al tiempo que decía: ¿Dónde está el Señor, Dios de Elías, dónde está? Golpeó las aguas, que se dividieron, y Eliseo pasó el río. Lo vieron desde el otro lado los profetas que vivían en Jericó, y exclamaron: ¡El Espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo! Así que fueron a su encuentro y se postraron ante él. (2 Reyes 2,1-15)
Entre las distintas figuras que pueblan la Biblia dos tienen un lugar muy particular, Moisés y Elías. Que ambos reaparezcan al lado de Jesús cuando se transfiguró en la montaña (Mateo 17,3) expresa claramente su importancia. Los dos personajes resumen las dos corrientes del testimonio bíblico que, para los cristianos, conducen hacia Cristo: la Ley (los primeros cinco libros de la Biblia) y los Profetas (los escritos de esos hombres inspirados que recuerdan a Israel el amor de Dios y sus exigencias). Pero la Biblia los celebra no sólo para mostrar que fueron hombres admirables. Como verdaderos colaboradores de Dios supieron inspirar a otros testigos y abrir de esta manera caminos para todo su pueblo. Por esta razón los relatos que conciernen el fin de sus vidas tienen también un lugar importante: Josué prosigue la obra de Moisés y Eliseo la de Elías. Incluso menos innovadores, menores en este sentido que los primeros, el papel que desempeñaron los segundos no lo es menos. La obra bondadosa de Dios no se realiza gracias a testigos aislados, sino a través de una tela tejida de testigo a testigo, donde hombres y mujeres no dejan de inspirarse unos a otros.
Al inicio del segundo libros de los Reyes se encuentra el relato de la partida de Elías (se va elevado al cielo en un carro de fuego) y la entrada en escena de Eliseo (retoma el manto de Elías y prosigue su camino de profeta). Al haber comprendido que partirá pronto, Elías pregunta a Eliseo lo que puede hacer por él. «Que se me dé una parte doble de tu espíritu,» le responde Eliseo (v. 9), lo que significa la herencia del hijo mayor. Si la petición puede parecer temeraria, su verdadero sentido es profundo: Eliseo sabe ver en Elías no sólo su acción, sino lo que le anima interiormente. Ve en él un hombre de Dios. Para Eliseo, proseguir la obra de Elías significa estar animado por el mismo soplo de Dios. Más adelante en el relato Elías invita a Eliseo a quedarse cerca de él. En la proximidad se vivirá el paso de un testigo al oro. Cuando Elías es elevado de repente al cielo, Eliseo lo percibe y, como signo de dolor, desgarra sus vestiduras (v. 12.). Pero es en ese mismo momento cuando Eliseo ve el manto de Elías que cae a tierra: tomándolo asume la continuidad de su testimonio.
¿De qué modo me interpela la historia de la vocación de Eliseo? ¿De qué modo somos como él? ¿En qué somos diferentes?
¿Qué personas me han inspirado en mi vida? ¿De qué manera nuestra vida podría inspirar la vida de otros?