Postal a los jóvenes

Templo, lugar de la Divinidad

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

1 Pedro 2, 4-6.9-10: Piedras vivas

Acercándoos a Cristo, piedra viva rechazada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios, también vosotros mismos, como piedras vivas, vais construyendo un templo espiritual dedicado a un sacerdocio consagrad, para ofrecer, por medio de Jesucristo, sacrificios espirituales agradables a Dios. Por eso dice la Escritura: He aquí que coloco en Sión una piedra elegida, fundamental, preciosa: quien crea en ella no quedará defraudado.

Vosotros sois raza elegida, reino de sacerdotes y nación santa, pueblo adquirido en posesión para anunciar las grandezas del que os llamó de la oscuridad a su luz admirable. Los que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; los que no habías conseguido misericordia, ahora obtuvisteis misericordia.
(1 Pedro 2,4-6.9-10)

Durante siglos, en el corazón de la religión del Israel antiguo, se encontraba el Templo de Jerusalén, edificio impresionante construido sobre monte Sión, lugar de la presencia divina donde los sacerdotes del linaje de Aarón traían ofrendas a Dios en nombre del pueblo. Esas ofrendas animales y vegetales expresaban el deseo de los creyentes de entrar en una comunión con el Señor, para expresar su gratitud ofreciéndole un poco de lo que les había dado generosamente.
Ahora bien, que he aquí que uno de los primeros responsables cristianos, escribiendo a fieles de origen no judío, toma prestado esos elementos de la religión antigua transformándolos. Se sirve de ellos para explicarle su nueva identidad como discípulos de Cristo Jesús.
Retomando las palabras del profeta Oseas sobre el perdón de Dios a su pueblo infiel (véase Oseas 1-2), el apóstol afirma que los destinatarios de su carta forman ahora parte del pueblo que Dios se escogió para ser, en el mundo, el testigo por excelencia de su amor. Y ello, no por causa de sus méritos, sino únicamente gracias a la compasión divina, manifestada de manera tangible a través de Cristo que viene para todos.
Para los cristianos el lugar de la presencia divina no es un lugar geográfico o un edificio, sino personas. En primer lugar es Cristo, descrito en otro pasaje como el Templo verdadero, lugar de encuentro con Dios (véase Juan 2,21), pero aquí más bien como «la piedra angular» de ese Templo. Sus discípulos son piedras vivas que se reúnen en torno de él para formar la morada divina. Al mismo tiempo los mismos son comparados a sacerdotes que ofician en ese nuevo Templo. En otras palabras, es a través de la vida de la comunidad cristiana, cuando ésta permanece fiel a su fundador, que el mundo descubrirá la identidad verdadera de Dios y entraré en relación con él. Por ello es muy importante para los cristianos vivir de tal modo que revelen una imagen auténtica del Dios invisible. Esto lo realizan ante todo por su amor recíproco, abierto a todos.
- ¿Qué significa para mí «acercase a Cristo», visto que él no vive más entre nosotros sobre la tierra?
- ¿Qué podemos hacer para vivir con más agradecimiento a Dios «llamó de la oscuridad a su luz admirable»?
- ¿A través de qué manera de vivir podemos ser signos de la presencia del Dios invisible?