Postal a los jóvenes

Nuevo destino, nueva dimensión

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

La fe en Jesús libra al hombre de todo fatalismo. Millones de personas piensan que han sido creadas para doblar la espina. Han perdido toda dignidad, y piensan vivir bajo la maldición.

En este contexto de vida, aceptan con fatalidad su estado. Terminan por creer que su destino está inscrito en las estrellas o que son los espíritus de los muertos los que deciden y conducen su vida al grado de una suerte más o menos mala. Otros piensan que tras la muerte, el alma se aniquila. Víctima de creencias, tradiciones, falsas religiones, demonios se pliegan al yugo del sufrimiento.

Pero bendito sea Dios. Por la fe en Jesús, el hombre puede cambiar de destino y triunfar de esta fatalidad. Así, el destino de millones de personas se ha transformado desde el momento en el que se han confiado a Jesucristo.

Estamos llamados a entrar en el programa maravilloso de Dios, lo que Pablo llama “su benevolente destino”. Gracias a nuestra fe en Jesús, Dios nos introduce en esta dimensión gloriosa.

Dios quiere que vivas plenamente la comunión de Jesús, su Hijo. Esta comunión te da acceso a una nueva dimensión espiritual, un nuevo destino. Esta nueva vida es la participación de los todos los hijos de Dios rescatados y sin ninguna distinción de raza, edad, nivel sociocultural. A él sea la, gloria.

La gran muchedumbre del Apocalipsis es la prueba bíblica de que el cielo es el destino final de los creyentes nacidos de nuevo. Por siempre estarán con el Señor en la gloria: 'Después de eso, miré, y he aquí, que había una gran multitud que nadie puede contar de toda nación, pueblo y lengua. Estaban ante el trono y ante el Cordero, revestidos de blancas vestiduras y con palmas en sus manos' ( Apocalipsis 7,9).

Una decisión para hoy

Señor, me doy cuenta que no conozco esta dimensión espiritual pero quiero entrar en ella. Te pido, perdón por haber vivido tan lejos de ti durante tanto tiempo. Acéptame tal como soy y transforma mi vida para tu gloria. En el nombre de Jesús, amén.