Postal a los jóvenes

¿Quién es mi prójimo?

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

“¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?” (Lc 10,36)
Jesús dice claramente en esta parábola que todo ser humano, que se aproxima con amor hacia las personas necesitadas, es el verdadero prójimo aunque sea un extranjero. Fíjate que el que tiene el secreto de la vida eterna es una persona que siente lástima, tiene un corazón compasivo y expresa su amor con gestos llenos de ternura y de amor eficaz.

Lc 10,25-37: ¿Quién es mi prójimo?

Jesús no dio una respuesta teórica como “prójimo es cualquier persona que necesita ayuda”; dio una orientación práctica. Su pregunta se orienta a la acción, que se rige por las circunstancias. Al responder, el doctor de la ley no pudo menos que confesar “el que lo trató con misericordia”. Y Jesús invita a obrar: “haz tú lo mismo”. El amor al prójimo es amor de obras. Los dos ministros del culto sirvieron a Dios, pero no al prójimo necesitado. El samaritano los aventaja en el cumplimiento de la Ley. Y Jesús acude a la doctrina profética “misericordia quiero, y no sacrificios” (Os 6,6). La mejor preparación para cumplir el precepto del amor al prójimo es sentir misericordia o, como lo expresa la sencilla psicología de la Biblia, “conmoverse las entrañas” ante la miseria humana. Quien se siente mal ante la miseria está preparado para el amor. El mayor impedimento es el corazón endurecido. La misericordia debe convertirse en amor de obras. Así obró el samaritano. Y así se pone en práctica la voluntad de Dios. Quien ama prácticamente respondiendo a la miseria humana, ése es obediente a Dios.

ORACIÓN:

 

Dame, Señor, un corazón como el tuyo,
compasivo y misericordioso,
para ir al camino de la vida
a levantar a los caídos,
curar sus heridas,
y dar la mano a todos.