Postal a los jóvenes

La luz: lo auténtico de la fe

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

“Nadie enciende un candil y lo tapa” (Lc 8,16)

Jesús es tu luz y es la luz del mundo. Pero, ¿qué hacer para que esa luz cruce el abismo y llegue a tu corazón? Y ¿cómo hacer para que te apropies de las verdades profundas? Tu vida es un candil en medio de la casa. Los que vienen necesitan tu luz para no tropezar.

Lc 8,16-18: La luz ha de iluminar a todos

Jesús utiliza la imagen de la lámpara para explicar la función del cristiano frente a la comunidad y a la humanidad. Para personas que viven en ambientes rurales donde aún no existe la luz eléctrica es aun más evidente la importancia de una lámpara en la noche. Es obvio que si enciende una luz, a nadie se le ocurre meterla debajo de una mesa o encerrarla dentro de un cajón. Sería una acción absurda. La luz sirve para disipar la oscuridad, lo que sólo se logra si se la coloca en un candelero y en una parte despejada y alta del recinto o habitación que se pretende iluminar.

Así debe ser la vida del cristiano: una luz colocada en un lugar alto para irradiar a todos su brillo. Entre otras consecuencias, es lo que tradicionalmente hemos denominado testimonio. Dar testimonio es dejar brillar la luz del reino desde dentro de nuestra propia vida. Vivimos en una cultura opacada por tantos “brillos” engañosos, tales como la publicidad, el consumismo y las apariencias, que generan mentalidades superficiales. Preguntémonos si nuestra vida cristiana, tanto personal como comunitaria, es una luz o tiniebla para quienes nos rodean. En esto nos jugamos la autenticidad de nuestra fe

ORACIÓN:

 

 Ilumíname, Señor, con tu Espíritu.
Y déjame sentir el fuego de tu amor
en mi corazón.