Postal a los jóvenes

¿Eres vulgar?

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

"¿He disimulado mis faltas como la gente vulgar, ocultado mis malas acciones en el secreto de mi conciencia ?" Job 31,3

No te hablo de vulgaridad básica, la que se halla en los propósitos, las alusiones, o en los gestos, o comportamientos, sino bien y bellamente de lo que Dios define como tal. No es extraño encontrar este definición en la Biblia. Y nos la deja Job.

Para Dios, la vulgaridad es disimular sus faltas, ocultar sus malas acciones y vivir como si no fuéramos defectuosos. ¿Podréis en adelante responder más fácilmente a mi pregunta: eres vulgar?

La vulgaridad existe siempre y en todos los casos una falta de gusto, incluso si en la sociedad en que vives, se ha llevado a las nubes por algunos actores, cantantes o pretendidos humoristas. Con Dios no puedes pensar que puedas vivir disimulando tus faltas. Es hacerle un ultraje, insultarlo públicamente.

Dios creador sabe todo de tu vida, y si eliges ocultarle tus errores, tus faltas, tu pecado, tus miserias, eres vulgar a sus ojos. Es verdad que muchos lo hacen, estropeando así sus buenas relaciones con el cielo. Nunca podrás engañar a Dios.

Pero me dirás que es difícil confesar tus faltas a Dios, decirle todo, incluido lo que te avergüenza. ¿Pero qué te imaginas? ¿Que él no lo sepa, no lo conozca precisa y exactamente ? Si hay alguien a quien puedes hablar, es a él.

No cargues más tu conciencia inútilmente; no dejes que nada malsano se instale en los repliegues de tu corazón. Sé verdadero y auténtico. Es sin duda el acto más valiente al que estás llamado a vivir: pon el dedo en tu pecado, llámalo por su nombre, y confiésalo con tu boca al Señor. Es la apuesta para una victoria segura.

No dejes que te invada la vulgaridad y te esclavice: hacerte banal (en el sentido vulgar, sin valor). Vales más que eso. Y si has vivido así, decide acabar. Deja que Dios purifique tu conciencia.

Una oración para hoy

Señor, quiero terminar con la vulgaridad en el sentido en la que tú la entiendes; vengo ante ti a confesar mis faltas y te ruego que laves mi conciencia de las menores faltas. En el nombre de Jesús, amén.