Postal a los jóvenes

La enfermedad congénita de la importacia

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB 

 

 

"Soy un hombre pobre y de poca importancia" 1 Samuel 18,23

Las palabras del futuro rey David prueban su estado de corazón y su realismo en relación consigo mismo; al menos, no padecía la enfermedad de darse importancia. Por desgracia, no es el caso del mundo. Creo que todo hecha la cuenta todos podríamos atribuirnos estas palabras. Pero hay pocos que las reconozcan.

Mi sacerdote decía a menudo: " Cuando no tiene importancia en lo que decir, se da importancia a lo que se dice. "

¿Te gusta dar importancia a lo que dices? Siempre estás listo a citar por ejemplo a los demás para finalmente para llevar las cosas en ti y la supuesta importancia que tienes ? Tu personalidad necesita ser considerada como importante. El lugar que ocupas, ¿quieres que se reconozca como importante? OK ! Todo eso es revelador de una cosa: estás enfermo de esta enfermedad citada en el titular.

No ves en mi propósito ningún signo desagradable o despreciable, ninguna ventaja en el juicio, sino simples contactos. Es raro reencontrar personas animadas de los sentimientos de David (era muy joven en esa época). Finalmente, sabes que tu importancia es sólo relativa; que siempre hay gente más importante que tú; que no eres indispensable y deberías dejarte curar de esa enfermedad.


Cuando incluso tu misma esfera de relaciones se agrandara cada día, seguro que tienes tu agenda llena de personas importantes. Y eso, amigo/a, es algo secundario porque no tienes identidad.

Además, no es en esas personas en donde se encuentran los más enfermos, sino entre esos y esas que quisieran parecérseles. Pero no pueden porque viven frustradas.

Hay una solución para ti; confiesa a Dios tu orgullo y dile la verdad. Comprende que no serás una persona importante mientras no seas como David.

Una oración para hoy

Jesús, vengo a ti con esta torpe idea de mi espíritu. Me creo importante. Ven en mi ayuda y arráncame esta enfermedad para tener un corazón realista como el de David. Reconozco que no es tan grave ser o no ser importante aquí abajo, sino ser importante a tus ojos. En el nombre de Jesús, amén.