Postal a los jóvenes

El precio de la integridad

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

"En el momento de la presentación de la ofrenda, Elías, el profeta, se adelantó y dijo: Dios de Abrahám. Isaac e Israel ! Que se sepa hoy que eres el Dios de Israel, que soy tu servidor y que hago todo por tus palabras. Respóndeme, Dios respóndeme para que este pueblo reconozca que eres Dios y diriges su corazón” 1 Reyes 18,36-37

El drama de un buen número de cristianos hoy, es que están cansados de llevar su cruz. La vida en Cristo les aburre, no los dinamiza ya. El orgullo de llevar la cruz de Cristo desaparece cada vez más en los corazones, mientras que llevar la cruz de Cristo debería ser el más grande honor en la vida del creyente. Ser cristiano: ¡qué privilegio y qué gracia!

El pueblo, en la época de Elías, estaba dividido. Estaba dividido entre el verdadero Dios y los dioses extranjeros prometían salud, fertilidad, placer personal y prosperidad... Frente a una tal mezcla, se puede comprender el sentimiento de aislamiento que habitaba el corazón de Elías. Los que torturan su alma tienen a menudo este sentimiento. Los que se mantienen aparte, ante Dios, en la intercesión tienen a veces este sentimiento de estar solos.

Pero el cristiano íntegro debería marchar con la cabeza alta sabiendo que no está solo y que Dios se ha quedado como un resto que no se ha inclinado de rodillas ante los dioses Baales.

Sí. La unción pasa también por ahí. Reclama una vida sin compromiso, una vida de integridad. Elías da muerte a los que habían llevado la confusión al pueblo. Limpió el país del error y de la mentira.

¿Te has inclinado de rodillas ante los Baales" ? Si es el caso, debes confesar tu pecado y pedir a Cristo que limpie tu corazón. Luego, comprométete en vivir en la integridad. ¿Quieres guardar la bendición de Dios? Entonces, te hace falta santificar tu vida cristiana so pena de recaer en los mismos errores.


Una oración para hoy

Señor, te pido perdón por haber dejado que el pecado domine mi vida. Quiero dejar tu espíritu que sondee mi corazón y me lleve por el camino de la verdad. Sé que puedo todo por aquel que me fortalece (Filipenses 4,13) y creo que en adelante no me arrodillaré más ante los dioses Baales. En el nombre de Jesús, amén.