Postal a los jóvenes

Un solo cuerpo

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

"Dios ha dispuesto el cuerpo de manera que dé más honor a lo que faltaba, con el fin de que no tenga división en el cuerpo […] Sois el cuerpo de Cristo, y vosotros sus miembros, cada uno por su parte." 1 Corintios 12,24-27

Mientras que buscaba un medio de mejorar la eficacia de sus fábricas de automóviles, Henry Ford se detuvo en observar las técnicas que había revolucionado la industria de embalaje de la carne. En 1913, decidió aplicar estas mismas técnicas con los chasis. La Enciclopedia Británica observa que el tiempo necesario de cada chasis se había reducido en un 12 ½ horas/persona a 93 minutos. Estos métodos “redujeron radicalmente el precio de un coche privado, colocándolo al alcance de un hombre normal."

Aunque eran conscientes del aumento de la productividad, algunos obreros comenzaron a preocuparse por "la naturaleza aburrida, repetitiva de numerosos trabajos de embalaje en cadena". Estas técnicas "llegaron a ser un tema mayor de discordia entre los trabajadores y la dirección". Y hoy todavía, los fabricantes buscan siempre el buen equilibrio entre la productividad y la valorización de los individuos.

Puede ser al individuo encontrar su valor y el sentido de su vida, incluso para el cristiano en el seno del Cuerpo de Cristo. Pablo dice que todos formamos “el Cuerpo de Cristo”, pero afirmamos que tenemos tareas diferentes, y asumimos funciones distintas. Si algunos parecen beneficiarse de más honores y reconocimiento, Dios quiere que comprendamos que cada uno de nosotros es un miembro importante de su Cuerpo. Cada persona es importante, incluso las que se deslizan y no viven esta realidad misteriosa que nos hace crecer en responsabilidad como miembros ricos de espiritualidad.

Hoy, controla y vive el papel que te corresponde. No murmures, no te quejes, sino recuerda tu papel que se te ha dado. Haz todo lo posible para que el Cuerpo tenga buena alud y tu alma se sienta alegre y amada por Cristo.


Una oración para hoy

Padre, gracias por haberme reservado un lugar particular en el Cuerpo. Ayúdame a ser fiel en el cumplimiento de los deberes que me has confiado. Gracias por el privilegio de servirte. En el nombre de Jesús, amén.