Postal a los jóvenes

Un día sin...

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

"Por eso, tomad todas las armas de Dios, para resistir en el día malo (...) Efesios 6,13

No es forzosamente muy bueno evocar la idea del “día malo” en algunos círculos evangélicos adeptos al positivismo en todas sus aristas. Sin embargo la Biblia, por el sesgo de Pablo, evoca la idea del día malo.

Interrogad a todos los deportistas de alto nivel, y os dirán que temen el día sin, el día malo, el que puede hacerles perder todas las oportunidades de ganar.

No estás exento de esta realidad. Los que quieren hacerte creer que con Cristo en tu vida tendrás solo días buenos y nunca malos, sino fáciles, sencillos. No es aceptable que des razón a Satanás que quiere hacerte creer que todo será bello si haces lo que él te diga.

Hace falta que integres la idea que al estar en la tierra confrontado con toda clase de influencias en el cuerpo limitado, puedes conocer un día malo, un día. No es grave, porque Dios no te abandona.

Sigue confiado, pon tu confianza en él, no aceptes instalarte en una lógica nefasta de desaliento. Las cosas irán mejor con un poco de descanso, un programa menos intenso, un tiempo de stop indispensable, un período de cuestionarte tu vida para tu bien.

Los deportistas de alto nivel superan el “día sin” porque saben que eso existe, saben que les puede llegar, saben también que su entrenamiento les va a permitir gestionar este “día sin” sin demasiados esfuerzos.

Si tienes una vida de piedad regular, diaria, seria, pasarás el día sin fracaso. Incluso al ralenti, encuentras el día malo, no te apures y no te inquietes. Intenta confiar más en ti mismo, en Dios y en los demás.

El día malo puede que te llegue hoy: mal moral, una mala noticia sin razón aparente, una tentación que vuelve a la carga, una enfermedad que se incrusta en tu organismo, una recaída. En breve, múltiples razones, pero una solución: RESISTID. Mantente bien, tienes un futuro en la vida pues Dios tiene un plan para tu trabajo.

Una oración para hoy

Jesús, tú que no conoces el día malo, sabes en qué estado me encuentro hoy. Sabes que estoy inquieto, cansado, con miedo y desalentado. Ven en mi ayuda y socórreme. En el nombre del Jesús, amén.