Postal a los jóvenes

No llores más

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

"Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿Qué buscas?" Juan 20,15

Las primeras palabras que Jesús pronunció la mañana de Pascua se dirigían a una mujer que lloraba.

Hay aquí una increíble diferencia en los hechos que se desarrollan. Por una parte, Jesús acaba de vencer la muerte y por otra una mujer manifiesta toda su pena.

“VIVE ALEGRE”

El mundo en el que vivimos parece unir esta escena. Esta mujer que llora resume en ella todos los sufrimientos de nuestra tierra con el cortejo de duelos, guerras, enfermedades, sin hablar de las torturas que sienten el alma de nuestra humanidad privada del verdadero sentido de la vida.

Al lado de ella, existe el vencedor de la cruz, del pecado, de la muerte y con el anuncio de una “formidable Buena Nueva". Dios nos ofrece el perdón y la vida eterna.

Jesús le plantea una cuestión: "¿A quién buscas??". ¿No está ahí la explicación de sus lágrimas? Otro Evangelio n os dice: "que ella buscaba entre los muertos al que estaba vivo”. Esta es la causa del dolor.

Y tú, ¿qué buscas, aquí abajo? En el Evangelio de Luc 5,4, leemos que Jesús se acercó a sus discípulos que se encontraban al borde del lago de Galilea. Habían trabajado toda la noche sin coger nada en la pesca. Dirigiéndose a estos hombres desanimados como al apóstol Pedro, Jesús dirá: "Avanzad mar adentro y echad las redes para pescar". Habiéndolo hecho, cogieron gran cantidad de peces.

¡Qué “buena nueva” saber que en medio de un mundo en el que hay tantas razones para verter lágrimas, existe también el poder del Señor Jesús.

Te atormentas respecto al tema de diferentes problemas : el sentido de tu vida, una enfermedad incurable, el peso de faltas pasadas. Necesitas paz, alegría, seguridad. Jesús se mantiene ante ti; cree en él. Secará tus lágrimas. "¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo?" (Luc 24,5).


Una oración para hoy

Señor, quiero secar mis lágrimas y creer en tus promesas. Sé que estás vivo, vencedor del pecado y de la muerte. No quiero ya mirar a este mundo que me rodea y que me hace tan desgraciado. Confieso la victoria del resucitado. En el nombre ed Jesús, amén.