Postal a los jóvenes

Dios no te salva porque fueras bueno

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

"pues si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijos, con mucha mayor razón, al se reconciliados, seremos salvados por su vida." Romanos 12,10

Puedes vivir de ilusiones por las razones que han impulsado a Dios a salvarte, gracias a la muerte de Jesús.

Jamás se planteó Dios salvarte porque seas una perdona brava, alguien de bien, gentil, correcto. No, eres enemigo de Dios por tus pensamientos, acciones, creencias. Pierde tus pequeñas ilusiones.

En la reflexión, es importante decir que Dios no te salva porque seas guapo/a, gentil... No, Dios no es gentil, es bueno y es totalmente diferente. No pienses que te va a salvar porque seas excepcional. Sería una injuria a Jesús en el Calvario; imaginar que Dios es simplemente un Dios gentil con quien se puede arreglar todo, es un error.

La cruz, acto violento supremo, injusto, vergonzoso, humillante.. prueba el amor de Dios por la humanidad; también prueba que era preciso un sacrificio de este tamaño para aplacar la cólera de Dios contra nosotros.

La cruz de Jesús es también la prueba de la que tienes necesidad. Es el camino de Dios, no su simpatía por ti. El justo juicio de Dios debía alcanzarnos; había reservado un juicio duro, pero gracias a Jesús será ante todo con su amor y su justicia porque el amor supera a la justicia.

Vuelve a tu vida espiritual. A veces está alejada de Dios. Aún así te sigue amando. ¿Te das cuenta?

En definitiva, todo mérito personal se excluye. Dios te salva por la obra de su Hijo y tus buenas obras.

Señor, al redactar estas palabras, acojo a tu amor misericordioso, la vida de mi hermano Salvador que pronto lo verás en tu presencia. Míralo como hijo , y juntamente con tu amado san Juan de la Cruz, diga: “En el atardecer de nuestra vida, se nos juzgará por amor”.

Una oración para hoy

Señor, perdona mi orgullo natural y mi locura tan anclados en mi. Pude creer en un momento que valía más que los otros; reconozco mi miseria y me prosterno ante la cruz para adorarte sólo a ti. En el nombre de Jesús, amén.