Postal a los jóvenes

Los que no adoran tienen problemas

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

"Cualquiera que no se prosterne y no adore , será arrojado al instante en un horno ardiente." Daniel 6,6

Sé bien que este texto concierne a una adoración idólatra, pagana y ella es el resultado del corazón orgulloso de un rey humano. Pero hay una lección que se puede sacar de todo esto. Si no sabéis adorar, si no os tomáis tiempo para prosternaros, no podréis evitar algunos hornos ardientes.

No veáis un evangelio revisitado por alguna noción meritoria, sino más bien un estado de corazón. Para quien no adora a Dios y no sabe prosternarse a los pies del gran Dios de los cielos, nada tiene sentido ni entusiasmante.

Por el contrario, si habéis comprendido que vuestra vocación aquí abajo, es ser un adorador, pasarás tiempo adorando al Señor; lo amarás por sí mismo y no por lo que te puede reportar. Dejarás aparte todo lo que te impide vivir aquí con la vista en el cielo.

Dios no se comportará nunca como un déspota contigo; nunca empleará métodos de dictador; pero esta verdad no queda menos absoluta y entera; has nacido para adorar;

Has sido salvado para adorarlo sólo a él y fuera de él no estás en lo esencial.


Observo también que la adoración personal, privada, individual y colectiva nos permite escapar de muchos hornos ardientes; vale la pena dejar de ser exclusivamente demandadores, a veces incluso pedigüeños para ser adoradores del Dios vivo y verdadero.

Cuando adores, elevas el nivel de tu vida espiritual; te deshaces de las trampas del enemigo; vives en otra esfera en la que tu “yo” pasa a un segundo rango, y cumples tu vocación. Tocas la meta última de tu existencia.

Muchos aburrimientos, problemas, ruidos y angustias se arreglarían si dejaras de preocuparte muchas “cosillas” y fuera Dios tu gran centro de preocupación y fueras más humilde. Como ves, es muy sencillo.


Una oración para hoy

Quiero adorarte, Señor, pero reconozco que mi adoración hay mucho de “mí”. Ayúdame a que entre en mi vocación de adorador. En el nombre de Jesús, amén.