Postal a los jóvenes

Saber partir

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

"Jésus étant parti de là..." Matthieu 15.21

Escuchaba la otra tarde, con motivo de un reportaje televisado, a algunas viejas glorias de la canción hablar de su carrera. Todas conocieron el éxito, millones de discos vendidos, la cima del hit parades, los platós televisivos y las salas llenas de espectadores. Era su juventud. Hoy, 60 años más tarde, tienen todas un punto en común, casi patético: quieren volver y sacar un disco que va a”relanzar” su carrera, encontrar las glorias de ayer.

¿Sabrás partir cuando llegue la hora? ¿Sabrás evitar el escollo que consiste en creerte indispensable y que nadie puede hacer tu trabajo? No es necesario ser mayor para saber partir. En el curso de una vida, carrera, ministerio hay que saber partir a tiempo.

Partir es una elección voluntaria, y esto resulta a veces violento. Hay que saber retirarse a tiempo. No hablo de la huida, que es la peor manera de salir. Parte, es tu hora aunque todo te vaya bien y estés instalado cómodamente en tu situación. Deja tu sitio para otro sitio incierto, exige valor. Abraham el creyente partió, sin saber a dónde iba.

Partir sin Dios es siempre arriesgado. Con él, se elige la aventura de la fe.

¿Te das cuenta de que la fe no es una adormidera como piensan algunos u opio?

Si el Señor te habla pidiéndote que te quedes en tu sitio, no salgas. Por el contrario si sientes en el fondo de tu corazón, sin ninguna presión exterior, que te ha llegado la hora, no plantees cuestiones, decídete y sal.

Saber salir a tiempo, saber pasar el relevo, aceptar que otro lo hará igual que tú o mejor, es espiritual, inteligente y razonable. Jesús supo partir, aunque su trabajo no había terminado, al menos a los ojos humanos. Parécete a él y aprende a evitar las vueltas atrás en el tiempo, al tiempo de los fracasos. Pon buena cara, sal y no mires para atrás. Dios se ocupará de ti y se cuidará de los que dejas hoy.


Una oración para hoy

Señor Dios mío, quiero ser a tu imagen sabiendo partir. Líbrame de mi orgullo natural que quiere hacerme creer que soy indispensable. Bendice mi partida, Señor. Haz que salga cada día de mis rutinas y mediocridades. En el nombre de Jesús, amén.