Postal a los jóvenes

Te pones melancólico/a

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

"LA MELANCOLÍA"

La joven se había dejado apoderar por el sentimiento de la melancolía. Todo el mundo que le circundaba se había convertido para ella en tétrico, oscuro como una tormenta que atruena por el universo.

Su rostro, tan bello como la puesta de sol por la bahía de Palma de Mallorca, quedaba oscurecido por el sentimiento de pena que albergaba en su interior.

Una tarde, antes de la celebración de la Eucaristía, entró en el templo para desahogarse de su sufrimiento íntimo.

Me acerqué a ella con mucho tiento. Y si más, le pregunté: ¿Qué te ocurre?

Me miró fijamente a los ojos, y me dijo: “¿Tú qué crees?”

No sé, le contesté. Lo que observo en tu bella cara es que demuestras mucha tristeza.

Eso, me respondió, es evidente.

¿Puedo ayudarte en algo?, le dije en plan cordial.


Bueno.

¿Y sin más entramos en la conversación que, al fin y al cabo, estaba buscando.

Mira, he entrado en la iglesia para estar sola un buen rato. Lo necesito. Déjeme llorar un buen tiempo hasta tanto recupere mi estado anímico.

Durante la celebración de la Misa, su rostro fue adquiriendo una luz nueva, más brillante, más atractivo.

¿Qué has sentido durante la media hora de oración?

No sé. He notado que en contacto con Dios, en este rato de recogimiento, mi interior se ha iluminado con un nuevo resplandor.

Me he quedado en blanco. He elevado mi mente y mi corazón joven a Dios.

¿Qué has notado?

He observado con claridad meridiana que mi vida joven es una “m”. Desde que m entregué al vicio, sólo he vivido una vida de placer. Y que te conste que lo he hecho sin sentirlo. Buscaba salir de mi estado melancólico al menos unos momentos.

Ahora me he dado cuenta de que mi vaciedad provenía de la falta de relación con Dios. Ahora percibo de nuevo el aire nuevo que refresca mi conciencia. Quien sabe buscar a Dios n debe temer nada. Pienso cambiar de vida. Y si mis colegas me dicen que soy una “beata” o ñoña, les diré que se vayan al quinto pino.



Y entonces le escribí esta oración:

S
eñor, haz que mi vida joven

no se aparte jamás de ti.

Que sepa hacer frente a los colegas que me rodean.

Que nunca más me llene de alcohol y de sexo sin sentido,

sino que tú, amado Señor, seas el motor que alienta mi juventud