Postal a los jóvenes

León y cordero

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

"Uno de los ancianos me dijo: No llores; he aquí el león de Judá, el brote de David ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos. Y vi, en medio del trono y cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, un cordero
que estaba inmolado" Apocalipsis 5,5-6

Puede parecer contradictorio, pero son los dos rasgos de carácter que faltan a nuestro Señor: león y cordero.
Los creyentes “leones” son conocidos por su tenacidad, perseverantes y conquistadores. Son reconocibles por su lado visionario y determinado a conquistar nuevos territorios para Cristo. Se atreven intentar en donde
todo el mundo ha fracasado y no se asustan por la idea de confrontarse al diablo porque no tienen miedo a la adversidad. Sin embargo, el peligro que te acecha cuando eres sólo león, es arrogancia, ambición personal y
tiranía. Las personas que no tienen esta faceta del carácter de Cristo terminan por ser señores en su iglesia, su familia, en su empresa en lugar de ser servidores.

No han comprendido que el carácter de Cristo necesita un segundo aspecto muy importante: el del cordero.

Los corderos se conocen por su dulzura, su humildad, vulnerabilidad y sencillez. Tener el carácter de un cordero equivale a tener un espíritu una disposición natural a dar gloria a Dios, un corazón humilde que te hace reconocer que sin él, no puedes hacer nada porque el diablo te atacará sin reserva.
Por contra, cuando reflexionas sobre el león y el cordero no capitulas ante la adversidad y te atreves a seguir creyendo en lo imposible, pero no por fuerza, poder, sino por su Espíritu. Ama a la gente, aprende a escucharla y
no la critiques tanto.
Pásate ratos orando y en presencia de Dios para fortalecerte.

Líbrate del arribismo, la ambición personal y de la tendencia a aplastar a tus hermanos. No abuses de tu autoridad, sino emplea todo para derribar al diablo y servir alegremente al Señor.
No te olvides de ser león y cordero.

UNA ORACIÓN PARA HOY

Señor, deseo parecerme a ti. Concédeme la gracia de reflejar perfectamente las facetas de tu carácter en función de las circunstancias de la vida a la que permites que me confronte. En el nombre de Jesús, amén.