Postal a los jóvenes

El valor de nuestros fracasos

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB   

 

 

Oyes a menudo en tu derredor: “Ya no puedo más. La vida es muy dura. Todo se me vuelve al revés”.

Cuando se encadena, sus “cata”, como dicen, los hombres tienen un refrán o proverbio:” Una desgracia nunca llega sola”.  

Algunos se acobardan ante los acontecimientos y se lamentan con palabras como éstas:” Hoy, nada va bien. No tengo suerte”... Otros se despistan y se acuerdan de “Gaston el gafe”, ese personaje de BD, el rey del guiño pero ante quien nadie se ríe.  

Puede que tú hayas fracasado hasta el momento, pero ten en cuenta que a pesar de todo, eso no hace de ti un “fracasado”. Intenta volverte a Cristo. El te cambia-si quieres- en una persona nueva y te lleva en delante de victoria en victoria. Tu derrota es sólo una puerta cerrada que él puede abrir, o bien te presentará otro acceso por otro sitio.  

Pues no es el fracaso en sí lo que te lleva a sentirte mal, sino el aprecio erróneo que tienes de él. Esta concepción es la que te conduce al garaje. De tu reacción frente a esta realidad cruel, irás a parar a una u otra de estas actitudes diametralmente opuestas. O te quedas postrado, anulado, o te levantas y vuelves a partir más fuerte que el que nunca ha caído. Así, el valor de tu fracaso  reside en las lecciones que te aporta.  

Disponte a confiar en el Dios de la Biblia que se siente feliz con tu recuperación (Deuteronomio 28,1-14). Como un padre desea ver a su hijo que triunfa, el Padre celestial anhela tu éxito en todas tus empresas (Josué, 1,7-9; Salmo 1,3). Y si por  ventura, te viniera el fracaso, aprende a sacar lecciones provechosas. Después, cogiendo la mano paterna, reemprende el camino del éxito...  

Una oración para hoy: Señor, no me dejaré llevar por el fracaso, Creo, como lo prometes en tu Palabra, que en mi camino has colocado bendiciones. Confío en ti, pues sé que vas conmigo para ayudarme a triunfar. Amén.