Postal a los jóvenes

Tú frente a los conflictos

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

“Si te encolerizas, no peques; que no se ponga el sol colérico, y no des entrada al diablo."Efesios 4,26-27

Parece difícil a un ser humano que no se encolerice, por una pertenencia y que viva diariamente con Jesús. Parece incoherente. No es culpa de Dios, sino de tu realidad mal vivida. La cólera no es en sí misma un pecado, pero puede instalarse en sentimientos culpables y ahogarte en conflictos.

Tienes una naturaleza colérica y sufres con ella; tienes una naturaleza tranquila y es raro verte con cólera. Poco importa en los dos casos este texto evangélico que te afecta. Tener conflictos es inevitable en la tierra.
¿Cómo los gestionas?

Conflictos con tu marido, con tu esposa, novio, novia, amigo, amiga; conflictos provocados por tu jefe, tu colega, tu profesor, tu mejor amigo, uno de los colaboradores en la iglesia. Sí, ¿y entonces? Deja de compadecerte de tu suerte, reacciona espiritualmente poniendo cara al conflicto. Aprende a perdonarte y a perdonar. ¿De qué te vale la cólera?.
Rechaza instalarte en sentimientos de venganza, amargura, decepción o rencor.

Ve rápido al otro, háblale si es posible y deja la cólera de una vez para siempre.
Es evidente según nuestro texto que la voluntad del diablo es llevarte en una lógica destructora para que te sientas mal contigo mismo y con los otros. Así no podrás gestionar bien tus conflictos coléricos.
El plan de Dios es exactamente lo contrario. No confíes en ti mismo, ponte en manos de Jesús, y vive en paz con su gracia. Pon tu energía espiritual, moral y psicológica e incluso física al servicio de los otros y deja de
mirarte tanto a ti mismo.

UNA ORACIÓN PARA HOY

Señor, a menudo he dado razón a mi cólera, la he legitimado, excusado, reivindicativo como derecho estricto personal. Y he perdido mi tiempo. Quiero rescatar el tiempo y servir con un corazón puro. Ven en mi ayuda para
que no me instale en malos sentimientos y enséñame a hacer frente a mis conflictos con tu sabiduría y tu gracia. Amén.