Postal a los jóvenes

Humíllate ante Dios

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

"Los reyes de la tierra y las altas dignidades, los jefes militares, los ricos y los poderosos, todos los esclavos y los hombres libres, fueron a esconderse al fondo de cavernas y en las rocas de las montañas […] Pues el
gran día de su cólera ha llegado, ¿y quién puede subsistir?"( Apocalipsis 6,15-17)

El mundo considera que la gente es grande e importante cuando hacen cosas especiales, acumulan riquezas o tienen altos puestos. Pero la Biblia nos dice que ninguna de todas estas cosas tendrá peso cuando estemos delante de Dios. Ese día, nadie será capaz de “subsistir” ante él, apoyándose en su mérito personal, su reputación o lo que haya realizado.

Ante él, toda nuestra justicia no es más que un vestido manchado (Isaías 64,5). Ninguno de nosotros puede vanagloriarse, porque " hemos pecado y estamos privados de a gloria de Dios" (Romanos 3,23). Necesitamos reconocer que “estábamos todos errantes, parecidos a ovejas, cada uno de nosotros seguía su propio camino".

Y comprendemos que necesitamos a un Salvador: "pero el Señor ha hecho caer sobre la iniquidad de todos nosotros" (Isaías 53,6).

Dios busca personas que reconozcan su necesidad de salvación y se humillan ante él. Ninguno de nosotros merece trato especial. Nadie es bastante bueno.
Pues "el salario del pecado es la muerte, pero el don gratuito de Dios es la vida eternal en Jesucristo" (Romanos 6,23). Somos salvados por su gracia porque aceptamos la obra que Jesús ha realizado.

Hoy, no te olvides de poner toda tu confianza en Jesús, y no en tu propia fuerza, o en las hazañas que hayas realizados. Puedes subsistir delante de Dios por causa de Jesús. Derramó su sangre para que fueras lavado de todo pecado y haberte hecho libre. Alábalo y adóralo hoy. Y dale gloria.

Una oración para hoy

Padre, te doy gracias por haberme perdonado mis pecados. Me humillo ante ti.
Ayúdame a servirte con mi tiempo, talentos y mis recursos. Tengo confianza  en ti. En el nombre de Jesús, amén.

Sé tan humilde que Dios se recree en ti