Postal a los jóvenes

La incredulidad: una fe al revés

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB   

 

 

Hay a tu derredor personas que se vanaglorian de su incredulidad. Se ha convertido en algunos en su propia identidad. Se han dejado, muchas veces, llevar la moda reinante: la Iglesia es una vieja y Dios no cuenta nada en la vida.
No te quepa la menor duda de que en muchos se ha llegado a esta situación por derrotas, pasividad entretejida de ruina personal, trastornos y enfermedades. Y con ellas encima, la fe está ausente. ¡Peor todavía!

La incredulidad te priva de la bendición divina. Ella te reviste de un manto de tristeza cuando Dios quiere revestirte con un manto de liberación y una gozosa alegría.
La Palabra de Dios pone en guardia al corazón incrédulo. Si eres incrédulo, no es culpa de Dios, es porque has dejado a los “asesinos de la fe”: el pecado, la tentación, la ofensa, el miedo y la intimidación te acribillan como el trigo candela. Te sientes vencido pues te has dejado llevar a la derrota. El enemigo te ha arrastrado al polvo.

La hora del arrepentimiento acaba de sonar para ti si la duda y la incredulidad han ganado tu corazón. Pide perdón sin aguardar para este estado y falta el balance para verificar si no tienes acceso a otros asesinos de fe. Identifícalos ahora. No dejes que el enemigo asedie tu existencia. Ejerce la autoridad que Jesús te da.
El capítulo 11 a los Hebreos menciona que los héroes de la fe han vencido reinos, han sido curados de su enfermedad...gracias a la fe.
La lucha por una fe sólida no está reservada a los que tienen problemas espirituales. Vigila la calidad y el estado de salud de tu fe. Es Vital en el plano espiritual.

Después de 40 años pasados en el desierto, la generación incrédula pereció. Josué se convirtió en el líder de Israel de una nueva generación. El país prometido esta ante sus ojos.
La incredulidad te hace dar vueltas. Con ella, cometes errores en el desierto. La fe, sin embargo, te hace atravesar el Mar Rojo de camino al país de la promesa.

 

Una oración para hoy
Señor, ven en ayuda de mi fe. Quiero combatir a los asesinos de la fe y entrar en el país de la promesa. No quiero perder el tiempo. Elijo caminar por la fe. En el nombre de Jesús. Amén.